Tarea para las vacaciones

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Por alguna perversión del sistema escolar, a algunos docentes les da por dejar tarea para las vacaciones que resulta muy similar a las tareas de entre semana. Por otro lado, hay otros, y es algo que he observado más en maestras sensatas, que dejan la tarea de leer, divertirse y disfrutar el descanso.
En contraste con quienes asignan varias páginas de operaciones aritméticas por resolver para los estudiantes de educación básica y con quienes sugieren enormes listas de lectura y síntesis para los estudiantes dedicados a su tesis de grado o posgrado, los docentes que asignan leer, divertirse y disfrutar, sin especificar qué leer ni en qué divertirse, dejan la responsabilidad en manos del estudiante. Y probablemente un poco de remordimiento si uno realmente sufre en las vacaciones en vez de disfrutarlas.
Los docentes que asignan un “titipuchal” (palabra de etimología náhuatl para designar una cantidad considerable) de tareas por resolver, suelen ser muy exigentes para que los estudiantes no olviden, ni en los fines de semana, ni en las vacaciones, de qué se ha tratado el curso. A veces no son tan bien vistos por los estudiantes si además asignan problemas que absorben una gran cantidad de tiempo. En cambio, quienes sólo asignan lectura, divertirse y disfrutar tienen la ventaja de que 1) dejan en manos de los estudiantes la responsabilidad y 2) tienen una manera de medir qué tanto se avanzó en esa triple tarea en los siempre escasos días de descanso.
Así, es posible medir qué tanto se leyó a partir de la cantidad de páginas, capítulos, relatos o libros y de la cantidad de narraciones que los estudiantes son capaces de presentar a su regreso al aula. Y la diversión y el disfrute suelen estar asociados con aventuras que no siempre se tiene oportunidad de desarrollar cuando se tiene que cubrir los horarios fijos de ir a dormir y despertar a tiempo para llegar a la escuela. En ambos casos, ya sea la lectura o la diversión y disfrute de las aventuras propias, los docentes podemos darnos cuenta de qué tanto se alejaron los estudiantes de las tecnologías actuales concentradas en pantallas, para aventurarse en espacios más sociales y reales que les impliquen el movimiento de todos sus cuerpos y conciencias.
La pregunta clásica de “¿qué hiciste en vacaciones?” requiere que el estudiante se lleve al menos el reto de hacer “algo” para regresar a la escuela con cuentas más o menos claras. La respuesta puede ser “nada, me la pasé viendo videos en la tablet”, o puede extenderse a la posibilidad de, cuando menos, explorar el centro de su pueblo, o de visitar a los parientes y preguntarles acerca de sus historias y proyectos; o de recibir a los que vienen de fuera y enterarse de sus afanes y compartir algunas aventuras con ellos.
Los docentes que asignan tarea para las vacaciones, aunque sea tan vaga como “crece, diviértete, sé autónomo”, tienen la ventaja de conocer la noción de crecimiento, de diversión, de autonomía, de sus estudiantes. Y de ahí se puede partir para conocer la noción de “aventura” y de aprendizaje que están asociados a esos conceptos nodales en el crecimiento de los estudiantes cuando no están adentro del aula.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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