Tan simple como lavarse las manos

 en Alma Dzib Goodin

Alma Dzib-Goodin*

Tan pronto se asoma el otoño comienzan los estornudos y la nariz húmeda, y en algunos lugares es momento de la vacuna de la gripa. En los Estados Unidos se ponen a disposición usualmente dos cepas distintas con el fin de proteger a la población. Al mismo tiempo, se alerta de la implementación de un proceso simple, que ha probado ser altamente efectivo para el control de enfermedades: lavarse las manos.
La historia de dicha práctica se remonta a un hospital de obstetricia en la ciudad de Viena alrededor de 1840, y se atribuye al Doctor Ignaz Phillipp Semmelweis, quien notó que una de cada 10 mujeres moría en el hospital, debido a fiebres altas, sin embargo, las mujeres que tenían a sus hijos en sus casas o incluso en la calle, evitaban las infecciones.
Debido a la muerte de un amigo suyo causada por una infección, el doctor Semmelweis, comenzó a observar que los doctores y enfermeras estaban expuestos a vapores cadavéricos, por lo que instituyó el lavado de manos obligatorio como una política en todo el hospital. En los primeros tres meses, las tasas de mortalidad disminuyeron drásticamente, con lo que quedó demostrado que el simple lavado de manos es suficiente para control, en cierta medida, de algunas enfermedades.
Ahora bien, aunque es una acción simple, es increíble que aún se debe decir esto a la población una y otra vez; permítanme contarles una historia más moderna.
Como saben algunos de ustedes, estimados lectores, soy paciente oncológico. Creo que, debido a ello, desde un principio aprendemos a lavarnos las manos y a pedir a otros que lo hagan, pues nuestro sistema inmunológico está expuesto. Honestamente, le tengo más miedo a una infección que al cáncer mismo, pues una bacteria o un virus es capaz de matar en cuestión de días, a diferencia de las largas batallas que se libran con el cáncer.
El centro oncológico al que asisto desde hace 2 años, Seattle Cancer Care Alliance, tiene letreros por todas partes, iniciando con los elevadores, de que estamos en zona segura, y se invita a todos los visitantes a lavarse las manos, los elevadores cuentan con gel antibacterial y los baños tienen imágenes que enseñan la forma correcta para lavarse las manos, abrir las puertas y evitar cualquier contagio. En este lugar, cuidan de mi salud del cuello hacía abajo, y a pesar de nuestras múltiples visitas, jamás nos hemos enfermado, no importa cuan enfermos lleguen algunos pacientes.
Dicho esto, se puede pensar que un hospital de alta especialidad debe tomar en cuenta esto ¿no?
Desde hace 6 meses, debido a la condición de mi cerebro, comenzamos a visitar otro hospital en Seattle, con instalaciones súper modernas y la más alta calidad en medicina especializada, donde los pacientes recibimos la mejor calidad en servicios médicos, sin embargo, no cuenta con espacios que inviten a los visitantes a lavarse las menos, sino anuncios sobre los servicios que el hospital ofrece.
Hace un par de días mi esposo y yo estuvimos en este hospital por varias horas para realizar varios estudios. Acudimos, como es normal, varias veces al baño, y me llamó la atención desde la primera vez que la gente no se lavaba las manos. Cuando la puerta de junto se abría, no se oía agua corriendo. Creo que fue la segunda ocasión que comenté a mi esposo ese pequeño detalle, aunque la verdad, no le dimos mucha importancia, regresamos a casa y olvidamos el asunto.
Increíblemente, al otro día mi esposo entró a mi oficina asustado y me dijo: ¡tengo gripa!, aun cuando no tuvimos contacto con nadie enfermo aparentemente, pero él estuvo en contacto con el virus. El problema de esto es que la gripa puede matarme en un día, sin importar los años que he luchado contra el cáncer, y regreso al título de este editorial: tan simple como lavarse las manos.
Pusimos en marcha el protocolo cuidado de gripe, y afortunadamente hace varias semanas recibí la vacuna, y mi sistema inmunológico está fuerte, pero es tan fácil matar a alguien y causar problemas, por una acción que debería ser automática, cuyo proceso es tan simple:

• Mojar las manos con agua corriente, cerrar el grifo y aplicar jabón
• Frotar las manos con el jabón, por el frente, detrás, entre los dedos y debajo de las uñas durante al menos 20 segundos
• Abrir el grifo y enjuagar las manos de nuevo, eliminando los residuos de espuma
• Secar las manos, ya sea con una toalla, papel o aire.
• Una vez que las manos están limpias, evite tocar superficies como puertas o manijas.

Sé que muchos van a pensar que este editorial es el más tonto que han leído, pero les pido que se detengan por un momento. Cada año en promedio una persona enferma de gripa o resfriado al menos una vez, lo cual implica faltar al trabajo o la escuela, posible contagio a los seres queridos, quienes a su vez multiplican el efecto, pues la exposición es masiva. Se han de comprar medicamentos, o cantidades extras de sopa de pollo y te de canela con limón y miel, quizá sea necesario cancelar planes como la visita a un familiar, o incluso vacaciones. Tendrá que estar en cama al menos un par de días antes de que su cuerpo reaccione… y todo por no tomar 30 segundos que hacen toda una diferencia.
En estos días de fiestas y visitas a centros comerciales, no se exponga ni usted ni su familia y por favor, no olvide lavarse las manos.

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com

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