Solidaridad en educación
Miguel Bazdresch Parada*
La solidaridad humana es una moción, una actitud, la cual conduce a una acción o serie de acciones en favor de alguna o algunas personas en situación de necesidad. Tal moción puede suceder en cualquier momento, quizá causada por una intuición, la cual alerta sobre una situación cuyas características urgen una respuesta.
Un ejemplo típico de solidaridad es la acción, actitud de ayuda a una persona suscitada por la situación provocada por la inminente posibilidad de una caída al suelo o por el hecho consumado de la caída preanunciada. Este ejemplo es una acción solidaria momentánea, quizá repetida en otro momento, la cual anuncia la realidad de esa moción de ayuda y de colaboración.
Esa moción puede, y de hecho sucede, por una situación compleja, la cual puede requerir de esa actitud un tiempo largo y estar afectada entre varias, incluso numerosas personas, y se suscita ante la vida social, afectados por decisiones o sucesos inesperados, los cuales son causa de posibles consecuencias graves.
Ahora, sea la situación inesperada de una caída al suelo, o sea el trabajo necesario para conseguir una meta importante, por ejemplo, educarse junto con un grupo de personas, la solidaridad surge cuando hay un vínculo, ya sea sencillamente humano o sea fruto de una tarea colectiva, decidida para y en búsqueda de un objetivo valioso para todas las personas y aun para la sociedad amplia en la cual habitamos.
¿Cuál vínculo existe entre los estudiantes? ¿Cuál entre profesores y estudiantes? Y, ¿entre familia y gobierno educativo? Lo más común es referirnos a una relación de servicio. El gobierno educativo ofrece un servicio a las familias y a estudiantes, y las familias y estudiantes lo utilizan. Los profesores ofrecen sus conocimientos y los procesos para facilitar el aprendizaje por parte de los estudiantes. Y los estudiantes acuden a la escuela para aprender y para socializar con quienes acuden a la escuela.
¿Existe solidaridad entre ellos? A ratos, sí. El maestro se solidariza con los estudiantes a quienes se les dificulta aprender o aplicar algo ya aprendido, con instrucciones y consejos cuya aplicación, sabe él, llevará a ese aprendizaje esperado. Es cierto, también, que hay conductas no solidarias de los profesores y de los estudiantes. A veces con más frecuencia que las solidarias.
A ese vínculo lo podemos llamar sencillamente “red”. Una red es un conjunto de puntos relacionados, conectados entre sí por algo que los vincula. En una red física, de pesca, por ejemplo, la vinculación se logra por los hilos que se conectan entre sí para lograr un entramado fuerte y difícil de atravesar. En una red humana se vinculan personas a través de un objetivo común del conjunto; también mediante algún propósito: económico, político, cultural, educativo o recreativo. Esa vinculación se vuelve real cuando esa conexión efectivamente reúne a las personas para activarse y conseguir o avanzar en la consecución del objetivo para lograr el propósito. Dicho de otra manera, se vinculan por la acción solidaria colectiva. Esta clase de solidaridad es la más importante para educar–educarse.
Una red no es una institución. La relación en red es diferente a la de un club, de un equipo deportivo o técnico, de una empresa, de una comunidad o de un partido político. O de un grupo escolar. No obstante, esas agrupaciones pueden operar en red si hacen sus trabajos basados en la solidaridad y no en la normatividad.
Cuando alguien está en una red, asiste a las reuniones, cumple con lo que se obligó a cumplir y colabora en conseguir el objetivo y propósito colectivo, mediante acciones motivadas por la misma motivación que movió a quien acude a ayudar a la persona que se cae al piso a unos metros de él. El vínculo en red no es la norma, sino el activarse para que, mediante la colaboración con otros actores en red, se consiga el objetivo común, pues el vínculo es solidaridad, acción solidaria, propósito solidario.
Si lo vemos en la tarea educativa, hoy vemos más normatividad que solidaridad. Educar, educarse, ayudar a otros/otras en su proceso educativo implica una actitud solidaria y no sólo una actividad de la cual obtengo lo necesario para vivir. Maestros y estudiantes están en procesos educativos, si bien diversos, también cercanos, pues ambos están “educándose”. Si es cierto, la solidaridad surge desde el primer momento de reunirse para aprender. En red, el maestro, que ya sabe qué hacer para aprender, auxilia a los estudiantes para que se activen y realicen lo que los llevará al aprendizaje. El estudiante en red no se sienta a esperar la indicación o el discurso del profesor. Ya decidió qué tema o cuestión buscará y pedirá ayuda al maestro para obtener su guía; hablará con sus compañeros a ver quién le interesa su búsqueda y la hace junto con él. O bien, no ha decidido algo y espera la invitación de alguno o algunos de sus compañeros para sumarse a la acción. Educar-nos es una red.
Si no es así, el maestro dicta, el estudiante escribe y luego repite, y ¿se educó?
*Doctor en Filosofía de la Educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]