Sin lugar para el odio

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Queda menos de un mes de campaña en perspectiva de las elecciones del mes de junio día dos.
El metaverso auditivo y visual enrarece la atmósfera en todos los puntos cardinales del país.
Las lonas, mantas y paredes convocan a los electores e intentan convencerlos con fotografías de rostros sonrientes y con textos repetitivos y de sentido común.
El juego de palabras que refieren necesidades sentidas de la población como seguridad, justicia social, empleo, educación, vivienda, infraestructura, sustentabilidad y ecología, entre otros temas, se repiten hasta el cansancio y el mareo.
Se multiplican los mensajes de los aspirantes, se potencializa la publicidad y a ritmo de las encuestas se rediseñan estrategias en los llamados cuartos de guerra u oficinas de las candidatas y los candidatos.
Los “debates” y las palabras hacia un receptor imaginario, las palabras y las emociones, las prisas por descalificar al competidor, las posturas ideológicas irreconciliables explícitas en las miradas, identificadas en los adjetivos, materializadas en las emociones, enfatizado en entrevistas.
La desesperación y la mentira, las prisas, el tiempo que se termina, el amor fingido al votante anónimo, el odio y la descalificación mutua como sistema, la emoción y la razón como líneas paralelas.
¿Puede haber un acto de amor entre adversarios en el debate político?
¿La vehiculización del odio tiene sentido en la búsqueda de la victoria?
¿Quién o quiénes son instrumentos de odio clasista, racista?
¿Quién lucra con el divisionismo y la confusión?
Los días que corren deberían ser una oda a la democracia contra la tentación del odio, contra los argumentos precipitados y pueriles descalificadores del contrario.
Oda a la democracia, amor al pueblo y responsabilidad por el futuro inmediato, la unidad de tiempo de un sexenio, de un periodo.
La práctica democrática como forma de vida debería sustentarse en valores universales como la veracidad, el respeto entre los individuos (máxima juarista), en principios de comunicación humana como la escucha activa o la dignificación del oficio del político con propuestas viables.
La ética debería ser un componente de las ideas y de los sujetos que aspiran a una representación, que aspiran a gobernar.
La ética deontológica desde la visión kantiana debiera ser bálsamo que cure el odio y la polarización entre compatriotas, entre candidatos.
Promover el odio para justificar la propuesta propia es ineficaz cuando todas las inteligencias debieran reunirse en pos de un proyecto de gobernabilidad y paz.
La mayoría de edad de un pueblo no tiene lugar para falsos heroísmos o propuestas al auditorio, al vapor de condescendencia actuada.
Estamos ante la posibilidad real de alternancia de género en la elección presidencial.
El origen mismo de una candidatura en declive, el odio y la sinrazón reiterativas en la alianza Fuerza y Corazón por México es ya un fenómeno de análisis.
Estamos ante la posibilidad real de alternancia de partido y género en la elección estatal de Jalisco, en algunas presidencias municipales.
Aún son días de contraloría social a los gobernantes que se van, días de poner en lupa a las opciones.
La competencia en Jalisco se intensifica incluida la misoginia y violencia de género proferida en el último debate del 4 de mayo en el auditorio del Centro Universitario de la Costa de la Universidad de Guadalajara, las tendencias se mueven.
Los mexicanos debemos celebrar la participación de la mujer en los puestos de elección popular y estimular a todos a la participación ciudadana.
Los días venideros de mayo deberían ser un debate de ideas y de dignificación del espíritu y de la práctica democrática de los contendientes.
Poner límites a la tentación inmediatista de un torneo de honestidad propia versus corrupción del candidato de “enfrente”.
En días electorales se desatan intereses y fuerzas indeseables como la participación de la delincuencia organizada con sus formas de coacción amenazantes de la seguridad y la paz de los procesos.
Serenar los ánimos, atenuar los sentimientos negativos, participar masivamente, sumarnos contra el abstencionismo es el imperativo de los ciudadanos.
Vigilar y desactivar tentaciones autoritarias que medran en los resquicios de un proceso electoral y de una joven democracia, develar los intereses externos, los intereses de grupo que intentan descarrilar la voluntad de las mayorías.
Todos los mexicanos deberíamos participar masiva y reflexivamente.
Los que votan por primera vez, los que eligen por segunda, tercera vez y sucesivas.
Sin lugar para el desaliento, sin lugar para la abstención.
Los candidatos y propuestas, los candidatos y las fuerzas políticas y programas de gobierno subyacentes, los grandes temas nacionales hechos voz y promesa, el votante y la oportunidad de discernir y optar.
Históricamente se han constituido fuerzas políticas de ideas y pensamiento divergente sobre el proyecto nacional, aceptemos la diferencia y sometamos a escrutinio, que triunfe la voluntad de las mayorías.
El debate de los candidatos y el debate entre ciudadanos ha de darse desde lo racional y desde el manejo de información y no desde las emociones.
El odio y el amor son emociones muy fuertes, la elección de una opción política no ha de darse desde la fugacidad de una simpatía o un ligero me da “confianza” de fotografía o retórica.
En el debate político sustentado en razón hay argumentación, hay propuesta y análisis de datos, hay un ejercicio sólido de interpretación de las coordenadas y tendencias de los grandes temas en diagnóstico y en prospectiva para un proyecto político.
El canto de sirenas ocurrente, la mentira y la propagación de rumores no es conveniente a la salud de la república, a la gobernabilidad de estados y municipios.
En la unidad de tiempo de un sexenio en perspectiva de futuro se juega mucho.
Votemos sin el ruido de la emoción del odio y el desencanto inmediatista.
Hay una economía con sustentabilidad y conciencia ecológica que impulsar.
Hay unos programas sociales que impulsar para atenuar las inequidades.
Hay una seguridad por garantizar.
Hay una educación de calidad que fortalecer.
Un patrimonio cultural que conservar y mejorar.
Hay un sistema de salud que corregir.
Hay infraestructura que conservar y construir.
Nueva vivienda por hacer y apoyos a las familias más vulnerables para su adquisición.
Hay un proyecto nacional y una paz por construir juntos.
Convencidos, seguros, reguladas las emociones, seamos responsables de nuestra decisión ciudadana y votemos el domingo 2 de junio.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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