Siete contenidos de izquierda en Pedagogía
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Desde hace algunos años se ha dado un fuerte debate acerca de la disputa entre los excesos de contenidos neoliberales en educación en contra de los contenidos de izquierda. Dicho debate no concluye en concretizar ante qué estamos parados o cuando hablamos de educación neoliberal versus educación de izquierda a qué nos referimos.
El neoliberalismo como corriente económica ha permeado todas las esferas de la vida publica y social. De manera velada o descarada influyó en los contenidos educativos, en las tendencias y en las prácticas de todos los días, su influencia la podemos distinguir en tres grandes fenómenos:
a) Genera o ha generado un mayor individualismo en la forma de ser de los sujetos.
b) Tiende a mercantilizar la educación y a entenderla como una mercancía que se rige por las leyes del mercado: compra–venta, oferta–demanda o fetiches por adquirir y desechar, etcétera.
c) Más que pensar en personas críticas tiende a formar sujetos consumidores carentes de una capacidad dilucidadora en un mundo lleno de objetos que se venden, pero que no sirven para satisfacer las necesidades básicas.
Aun cuando lo que se dice arriba es muy esquemático, dicha tendencia sirvió para permear todas las esferas de la vida social, el problema de la educación es que también influyó (vía OCDE, Banco Mundial, FMI), en los diversos contenidos de las reformas educativas en los países de la región.
En contraparte, las ideas de izquierda siguen vigentes, diluidas y atomizadas en distintos proyectos, la izquierda en educación es un movimiento humanista que antepone los intereses de los sujetos y las comunidades por encima de los intereses voraces de las grandes corporaciones. Pensar desde la izquierda no solamente consiste de pensar en el cambio y el movimiento; también tiene que ver con la forma en que se produce y se distribuye la riqueza material y simbólica. En el fondo, la diferencia es el valor que tiene lo humano en uno y en otro modelo. De esta manera, pienso en siete contenidos de izquierda pedagógica.
1. El desarrollo del pensamiento crítico en los sujetos o desde los sujetos. Este es uno de los elementos más importante en la distinción entre uno y otro modelo. El pensamiento crítico es la capacidad de dilucidar, de discutir, de decidir, justo lo que la escuela ha descuidado. No podemos formar sujetos críticos a partir de docentes que no lo son o que no practican la criticidad como un estilo de vida y de práctica educativa.
2. La colaboración y el trabajo en equipo. A diferencia de una postura individualista. La colaboración y el trabajo en equipo fomenta un espíritu en donde se revalore a la persona y al resto de las personas con las que se convive. De esta manera, se trata de saber estar al lado de los demás tendiendo puentes de apoyo y solidaridad.
3. El fomento de la participación. Participar en el proceso educativo es reconocerse (como decía Violeta Núñez), que se forma parte de algo, el formar parte implica e involucra a los sujetos en un proyecto que es de todas y todos. La participación no sólo es hablar o exponer es comprometerse en acciones de lo que se acuerda. Pasar de las palabras a las acciones, para ello implica que el pensar en colectivo es más importante que el pensamiento aislado o solipsista.
4. Cambio de roles entre el educador y los educandos. El educador y el educando se difuminan, todas y todos aprenden y enseñan. El que educa aprende y el estudiante enseña, es un cambio radical en los roles tradicionales. Para ello todo tiene que hacerse con humildad y disposición, en tanto, el espacio escolar debe transformarse para garantizar el intercambio cultural de los saberes.
5. Se valora tanto el proceso como los productos escolares. La tarea educativa implica tanto producción como consumo de conocimientos escolares y sociales, en ello es igualmente importante el proceso que se vive cada día, como los productos que se generan de los trabajos, que realizan los miembros de un grupo escolar o de la comunidad entera. Proceso y producto educativo forman parte de un compromiso colectivo en la perspectiva de responder ante problemáticas, de diseñar proyectos y de comprometerse en el cumplimiento de las metas y los propósitos que se han definido por el grupo escolar
6. El compromiso social con los pueblos y las comunidades. Se trata de aprender a conjugar la realidad al pasar del yo al nosotros, de pensar en colectivo y en comunidad. Este tránsito que implica pasar de lo individual a lo colectivo, no es fácil, tiene que ver con un profundo compromiso de aprender lo nuevo. Se trata de desaprender los malos contenidos que se han aprendido y arraigado hasta ahora. Lo comunitario implica dimensionar al sujeto en el grupo y al grupo como un sujeto que piensa y vive situaciones singulares. Esta dialéctica deberá ser superada a partir de los compromisos que se desprenden de los proyectos que se definan desde los proyectos en un primer momento.
7. El cambio en la evaluación no para premiar o acreditar, sino para retroalimentar e incentivar. En una postura de izquierda en la evaluación desaparecen los exámenes, los números y el criterio de revisar individualmente el avance de los sujetos. La evaluación es un dispositivo que sirve para mirar una realidad compleja con la finalidad de mejorar lo que no está funcionando bien.
¿Por qué los anteriores son contenidos o principios de izquierda en Pedagogía? Porque tienden a cambiar o generar un nuevo paradigma basado en el desarrollo de los sujetos con relación al entorno en donde se desenvuelven y basados en el proceso de desarrollo social o comunitario.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]
El retrato en prospectiva más interesante que te he leido