Septiembre fundacional

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Mientras la semana inicia con la difusión de los resultados de la denominada promoción horizontal, evaluación realizada por USICAMM a principios de julio de este año y mientras transcurre la segunda semana de actividades escolares en las instituciones encargadas de impartir educación básica, con las particularidades que impone el protocolo de salud; la “normalidad” parcial se manifiesta de algunas inéditas maneras y la práctica docente investida ahora de tintes emocionales y de habilidades de prevención de salud, se encarga de reconstruir la cultura de estudio en los pupitres y salvar el obstáculo actitudinal de quienes ahora navegan en la indolencia y abulia, de quienes habían olvidado básicos hábitos de estudio.
Con la suma de factores como antigüedad, reconocimiento al buen desempeño, grado académico, instrumento de valoración de conocimientos y aptitudes, instrumentos de valoración de recursos personales, práctica educativa y entrevista, que en conjunto suman 300 puntos posibles, USICAMM está distante de cultivar prestigio como instancia evaluadora y más distante de alimentar la moral de los participantes y alimentar la correlación entre incentivos y calidad.
La participación voluntaria copiosa en los procesos evaluativos virtuales, enfrenta ya un primer nivel de realidad con el conocimiento de los resultados. En corrillos de grupo de whatsapp, hay manifestantes de inconformidad (en voz baja sobre todo), en la manera como se evaluó el factor instrumentos de valoración de recursos personales y práctica educativa.
Las preguntas abiertas de respuestas libres y las formas como se han procesado, genera preguntas, pues muchos de los sustentantes han punteado abajo del 50 por ciento de los puntos posibles. Sobre prácticas educativas, de acuerdo al formato técnico de procesamiento de respuestas en docentes, asesores técnico pedagógicos, directivos y supervisores, parece predominar insuficiencia.
La literacidad de las letras pequeñas de instrumentos sin metaevaluación, el currículum oculto de la segmentación, el sentir de que el proceso favorece a los de la “vieja guardia” y a los campeones del levantamiento de currículum de formación excedente.
Los inconformes por la suma de factores, la inconformidad sin eco en los grupos y redes, el impacto deformativo de Recrea, la danza de las normas en tiempo de pandemia, tiempos de acuerditis recurrente y de Webinar incomunicante, la ausencia de Nueva Escuela Mexicana para algunos que ya se descartan en las listas de prelación venideras, la crisis de la inteligencia práctica.
Solo que el subrayado en temas como la resiliencia aplique también a los evaluados y cada uno tienda ya sus andamios hacia el área de mejora, queda por esperar la disposición presupuestal y la topográfica línea de prelación para los siempre competidos y pocos incentivos.
Mientras eso acontece hay tambores de ruido en prensa por motivos de cierre de algunas escuelas por Covid y procesos administrativos contra directivos, la línea delgada de la responsabilidad y vulnerabilidad que subyace a los protocolos de salud.
En la historia personal de muchos maestros y maestras, los etiquetados “de la vieja guardia”, por algunos que ahora se autoevalúan “nuevos” en experiencia profesional, el mes de septiembre es de celebración de los inicios en el magisterio; en las aguas a veces turbias y en los terrenos a veces de arenas movedizas de esta profesión.
En algunos lustros y décadas se construyen proyectos de vida y prácticas profesionales que transitan del periodo paleolítico de la Pedagogía del manejo mínimo de herramientas, al manejo de aparatos y mediaciones digitales que tantas veces cosifican voz e imagen, una especie de pedagogía transhumanista.
En cada sujeto confluyen historias personales, pero también historias colectivas que contextualizan acción u omisión. Se ha acompañado el aprendizaje, desempeñado como coach deportivo. Se ha dado la bienvenida, se ha construido humanidad en aulas, canchas deportivas y patios cívicos y se ha despedido bajo lluvia y al vuelo de la golondrina en cartulina, deseando con mano al aire un buen camino siempre y agradable viaje.
Mucho por autoevaluar, mucho por evaluar sobre el cumplimiento del gremio en materia de desarrollo social y en materia de participación política en la construcción de nuestra sociedad mexicana.
Mucho por agradecer a ese colectivo profesional que ha generado consenso y ha sostenido el proyecto de la escuela pública como realidad educadora para los que menos tienen y los que menos aprenden.
Ante la avalancha evaluadora externa e interna, ante programas como PISA-OCDE o ejercicios internos como PLANEA, la resiliencia para formar los procesos y estructuras no visibles en los ejercicios de evaluación centrados en resultados.
Resiliencia y empatía ante la avalancha de desacreditación en medios de comunicación y gobiernos nacionales y estatales; ante el sindicato silente, lucrativo para sus dirigencias; la sistemática ruptura de la identidad y organización del gremio, el profesor que educa y resiste desde una trinchera con más asedios y más enemigos.
La cultura del normalismo se significa en el hacer de muchas maneras. Las formaciones iniciales y la cultura científica del oficio del educador, la concreción de cada práctica y la ruta de comprensión de las infancias y las adolescencias.
Los tiempos complejos de la modernización y el paradigma de las competencias profesionales ausentes del morral del profesor rural. El espejito de colores del desarrollismo y el éxito, como valores urbanos que se adoptan acríticamente y se vacían de significado en las veredas que llevan a los educandos a sus escuelitas.
Cómo gremio desde Sánchez Vite, hemos delegado nuestra acción política a una representación que emerge de las aguas turbias de un sindicalismo autoritario con tufo de cacicazgo.
Ahí, a media Cuarta Transformación, mientras nadan de muertito las dirigencias nacional y estatales en aguas serenas de impunidad y silencio, mientras hacen gestión unipersonal cada vez más lejos del interés de trabajadores; los profesores, apocados políticamente so pretexto de la pandemia, no somos capaces de impulsar los cambios necesarios que se requiere en una auténtica democracia sindical.
Medio sexenio desperdiciado de coyuntura favorable al cambio de rostro sindical, las huestes hasta junio de 2018 predominantemente priistas y nueva aliancistas sin más, cruzaron el puente de principios en el aire y se acomodaron a las circunstancias de gobernanza que ofrecen los muros políticos morenistas a ras de suelo y emecistas de cúpulas empresariales, departiendo juntos en la misma mesa con mascarilla de por medio y lavando con gel antibacterial mugre común y virus del Covid.
El concepto estelar de independencia septembrino no es un constructo masivo en las mentalidades colectivas y gremiales. El sindicalismo dado a luz en tiempos posrevolucionarios cosificó la militancia de maestros, agravado el problema con las aguas locas del modelo neoliberal de hacer educación por competencias y de generar aprendizajes esperados por la clase poseedora.
Septiembre de amor a la patria fundacional, la necesaria independencia y pasión política de un magisterio evaluado, y despolitizado.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

Comentarios
  • Griselda Gómez de la Torre

    Gracias por los aportes Dr. Rubén, sin duda la evaluación formativa como un proceso de recuperación de las áreas de mejora en la propia práctica educativa, los parámetros y las fórmulas utilizadas no siempre son justas para todos, de ahí la complejidad que considere a todos, siempre habrá un sesgo por reflexionar.

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