Se me caen las moronitas

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

 

La hormiguita que se encontró un centavo se preguntaba si comprar pan, o comprar dulce. Y reflexionaba que, del pan se le caerían las moronitas, y del dulce, el azúcar (la decisión final de la hormiguita y el desenlace del cuento está aquí: (http://rn.culturaspopulares.org/taleviewer.php?taleid=161). Esta preocupación por las migajas que se caen al manejar el pan es algo que solemos generalizar para el uso de nuestros otros recursos. Así, nos preocupamos por los costos adicionales de lo que adquirimos, pues en muchos casos habrá que sumar los impuestos, los gastos del transporte, del mantenimiento, de los materiales que consume el objeto adquirido o gastos por reparaciones. Los recursos que solemos intercambiar los humanos involucran, además del trabajo, el tiempo y el dinero, que suelen intercambiarse uno por el otro. Si me dedicas tiempo y trabajo, puedo darte parte de mi dinero. Y siempre tenemos la inquietud de si será “rentable” o el intercambio representará un adecuado “valor” por nuestro tiempo o dinero. Solemos incluso utilizar la expresión “vale la pena”, cuando en realidad no haya sufrimiento físico, pero sí desgaste de recursos, y la aplicamos para evaluar un intercambio relativamente justo de nuestros recursos.

La cuestión de cómo administrar nuestro dinero y nuestro tiempo se nos plantea cuando, por ejemplo, la estudiante de posgrado Lina señala que a veces quisiera “darle vuelo a la hilacha” como si no hubiera un mañana, pues no tenemos la garantía de llegar a viejos y de llegar a jubilarnos en nuestros trabajos. También cuando Yahaira, otra tesista de posgrado, se plantea la pregunta más amplia de cómo las regiones en donde se practican monocultivos deterioran las tierras y los ambientes circundantes y empobrecen las opciones alimentarias de los pobladores de esas regiones. Así, la pregunta de las moronitas que se desprenden de nuestros panes al trozarlos para poder consumirlos, tiene implicaciones micro y macro económicas, pero también en cuanto a cómo utilizar recursos que son limitados. Ni el agua, ni el aire, ni las tierras ni la mano de obra son ilimitados. También la inteligencia y el manejo de la información tienen determinados alcances. Quizá lo único que es infinito, se atribuyó la idea a Albert Einstein (1879-1955) (https://triplenlace.com/2023/07/17/es-de-einstein-la-frase-hay-dos-cosas-infinitas-el-universo-y-la-estupidez-humana/) es la estupidez humana. Aunque la frase, la autoría y la infinitud siguen debatiéndose. Y quizá podrá acabarse nuestro tiempo en este planeta antes de que logre esclarecerse algunas de las tres cuestiones.

El caso es que las implicaciones micro y macro económicas del desperdicio de las boronas o morusas no solemos tratarlas como parte de nuestra educación fundamental, además de algunas otras que no hacemos explícitas en las aulas, como el amor, los diagnósticos clínicos y otras cuestiones que consideramos de “alta especialidad” asequibles sólo para los iniciados. En todo caso, la llamada educación financiera y la planeación a largo plazo no son asignaturas fuertes en nuestras escuelas. Ni siquiera en temas como la inflación y los cálculos de lo que debe ahorrarse e invertirse en jubilaciones de los trabajadores de todas las áreas de actividad humana, incluidas las matemáticas y la docencia, atinamos a integrarlos en los currículum básicos y, en muy pocos casos, en los niveles superiores.

De alguna manera, señalan quienes promueven o practican el emprendurismo, la planeación económica y el manejo o conocimiento de los números y los procesos micro y macroeconómicos nos ayudan a equilibrar esa aspiración de vivir al día y gozar de la vida con la duda que nos asalta al saber de la existencia de personas con más edad que nosotros mismos: “¿Y si llego a viejo?” Lo que nos lleva a preguntarnos cómo hacer para que los pocos recursos de los que logremos hacernos no se nos acaben antes que los años de vida. Repetía mi padre, al llegar a octogenario: “qué feo es llegar a viejo… pero más feo es no llegar”, a lo que cabe añadir, que más aterrador puede resultar tener una vejez de pobreza no sólo económica sino social e intelectual. Gastar todas nuestras neuronas, nuestro dinero y nuestras energías al “estilo jardinero”, es decir, “mientras podamos”, puede derivar en que nuestras vidas se extiendan más allá de nuestros recursos y la posibilidad de conseguir más por medio de nuestro trabajo, pues es posible que, después de determinada edad, no haya empleos para las personas de generaciones más añosas.

Al igual que la hormiguita, se nos plantea en nuestra vida individual y familiar qué hacer con los recursos que tenemos a la mano, pero también es posible ampliar la pregunta de qué hacer con los recursos del planeta y la posibilidad de dejar una pobre herencia a las generaciones subsecuentes. Poco aprendemos en las aulas respecto al manejo de nuestras finanzas personales, y escaso es el conocimiento que tenemos en lo que se refiere al desgaste de los recursos del planeta con nuestras actividades cotidianas. Tiramos las boronas a nuestro paso sin mucha conciencia del desperdicio que marca nuestra trayectoria por nuestros entornos. No sabemos bien a bien ni cómo evitar el calentamiento global antes de que se enfríen nuestros cadáveres, ni somos lo suficientemente eficientes y racionales en el uso de los recursos dentro del ámbito de la educación. Hay quien recomienda que los estudiantes universitarios logren la autosuficiencia en el manejo de sus finanzas (aunque muchas veces sea con los dineros de sus ancestros; o a costa de deudas que les tomarán décadas saldar), pero sabemos poco acerca de lo que sucederá en el futuro o acerca del panorama que se nos puede presentar, ya sea en la edad adulta o en la vejez, por ejemplo, estos hábitos: (https://bettermoneyhabits.bankofamerica.com/es/college/financial-prep-for-your-kids-college). Habrá quien se preocupe por el uso de los recursos escasos (personales o planetarios) y habrá quien seguirá la vida como si no hubiera un mañana.

En todo caso, quizá no hay motivo para preocuparse, pues el pejidente afirma que nos irá muy bien a todos los mexicanos. “Tendremos un futuro lleno de dicha, amor y felicidad”. Unas cuantas migajas que caigan al piso o un poco de desgaste no nos sacarán de ese estado privilegiado que los humanos con otras nacionalidades nos envidiarán a todos los mexicanos. Aquí una parte de los datos presentados en una conferencia de prensa mañanera reciente: (https://www.youtube.com/watch?v=fOiwiAPH9pk).

 

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del departamento de sociología. Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

Comentarios
  • Lina Magdalena Gómez Contreras

    La pobreza no sólo es económica, también social e intelectual. Definitivamente, también es grave y puede prevenirse. Gracias por la reflexión y por tomar en cuenta mi premisa.

  • Alicia Glez.

    Si bien, la vida no es determinista, es conveniente fortalecer la educación relacionada con la administración de recursos naturales, económicos políticos y sociales. Si Trabajamos en equipo, entre las diferentes disciplinas, podríamos prever posibles discrepancias, como las que actualmente estamos observando. Muchas gracias por sus sugerencias, Dr. Rodolfo Morán.

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