Salidas laborales del Sistema Educativo Nacional

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

La inercia de un Sistema Educativo Nacional que procura sin lograrlo, salidas a los estudiantes de niveles básicos, en su afán de lograr elevar indicadores educativos que expresan únicamente datos duros que se reportan en los informes y documentos que permiten traer inversiones, cumplir con compromisos firmados y asumidos, con expectativas declaradas en perfiles de egreso y promovidas en las instituciones para captar matrícula.
¿Cuánto de lo declarado es real? Resulta ser una pregunta profundamente evadida por quienes incluso articulan y promueven esas salidas laborales. Aspectos como el autoempleo, emprendedurismo, formación bivalente, pensamiento empresarial y otras muchas frases, se desdibujan en el afán de lograr construir un panorama donde las instituciones le pasan la estafeta del empleo a los ciudadanos bajo la lógica de ser ellos quienes deben generar su propio ingreso y, por tanto, son responsables en absoluto de su éxito o fracaso laboral.
El panorama es asombroso, se construye así un escenario donde si no se tiene empleo o autoempleo es por la ineptitud de aquel o de aquellos que no han sido lo suficientemente tenaces para lograr ingresar dinero a sus bolsillos o para sus familias. No se consideran factores como: el capital político de la familia, institución donde se estudió o incluso, con los que accidentalmente se toparon en el transcurso de sus vidas.
Ser emprendedor, es un concepto desarrollado, por ejemplo, a partir del endurecimiento del mercado laboral y que no era capaz de responder a la cantidad de perfiles que egresaban de todo el sistema educativo, inclúyase aquí el subsistema de capacitación. Ahora bien, retomando el tema de las salidas del sistema, se tiene que, algunas secundarias (técnicas, agrícolas y demás), tenían por misión posibilitar a los estudiantes incorporarse al mundo del empleo.
Veamos el nivel medio superior, con la reforma se aplaza el tiempo de demandar –en teoría- un empleo y con ello se alivia la presión al mercado laboral, sin embargo, al finalizar el nivel medio superior, pocos son los que encuentran empleos relacionados con sus perfiles de técnico a nivel medio superior. Según datos de INEGI del 2019, de 1.7 millones de jóvenes que trabajó al finalizar el nivel medio superior, al 54.3% no le pidieron ningún nivel de estudios como requisito, es decir, pudieron haber trabajado sin estudiar absolutamente nada.
Tenemos ya dos salidas específicas, ligadas en la planeación del sistema educativo al mercado laboral y, sin embargo, no son funcionales. Sucede algo parecido con el nivel TSU, sin embargo, ellos sí encuentran empleos, pero con salarios muy bajos y realizando labores que corresponderían a un ingeniero, es decir, no hay empleos para ese nivel educativo. Se les está usando para cubrir los perfiles ingenieriles, pero con un salario mucho más bajo.
Esas situaciones conocidas por todos, lleva a los estudiantes a seguir la inercia de tener que estudiar hasta la universidad. Aunado a lo anterior, con salarios en promedio de $8,000 pesos para un recién egresado del nivel superior, según datos de INEGI-ENOE, resulta un escenario complicado para los egresados del nivel superior que generalmente devalúan la educación y escuela en todos sus niveles.
Así tenemos cada vez más estudiantes que trabajan y que ven la escuela como un elemento complementario, pero no de tiempo completo en sus vidas; con las consecuentes desventajas académicas que ello implica, sobre todo por la imposibilidad humana de poder participar en espacios académicos complementarios a su formación académica principal, es decir, aunque quieran no pueden hacerlo, por los horarios laborales. Son estudiantes que requieren esfuerzos sobrehumanos para lograr terminar sus estudios.
Las becas resultan programas poco funcionales, ayudan, pero no logran cubrir todas las necesidades de los estudiantes, al menos las becas a las que tiene acceso la mayoría de los de ellos. Se tiene entonces estudiantes desgastados, instalaciones universitarias que, en muchos de los casos, fuera de horarios lucen desiertas.
La pregunta es: qué tanto funcionan las salidas laborales para el estudiante “de a pie”, que no posee más que su talento, esfuerzo y entusiasmo, no para aquel con capital político.

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com

Comentarios
  • Eva Guzman

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