Sabemos y callamos

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

Causó revuelo en los medios informativos, entre otras cosas, que en un estado de la república mexicana se heredaran, vendieran o por amistades se asignaran plazas docentes. Todos los que nos encontramos en el gremio sabemos que en más de un estado, estás si no son, han sido prácticas recurrentes.
Creo que faltaría sacar a la luz: 1) los “sobre sueldos” o compensaciones que se dan a algunos profesores por “carrera magisterial”, antigüedad y otros más, conceptos que materializan mecanismos de control para todo el gremio, que en la aspiración de obtenerse generan alineación a políticas y lineamientos arbitrarios que denigran la vocación; 2) los cambios de función y puesto, en casos, producto de pagos por favores prestados, se asignan direcciones, supervisiones y demás, así como también producto de amistades; 3) los bajos sueldos de muchos profesores, tanto del sector público como privado, la falta de prestaciones y garantías laborales; 4) las condiciones desfavorables –institucionales, presupuestales, laborales, materiales y culturales– en donde se realizan las prácticas docentes; 5) el deterioro del concepto social de la escuela –institución– y su proporcional repercusión en el desánimo de los estudiantes; 6) Las mal llamadas “becas” que no tiene la capacidad por el monto de asignación, de reducir ni la reprobación ni la deserción, en apariencia cumplen su papel de control social pero que cada vez más generan insatisfacción e inconformidad entre los becarios; 7) los entornos y tipos de educación muy diferenciada desde donde se educa formal, informal y no formalmente…
Podría continuar la lista, sin embargo para el caso que ocupa, tomaré los primeros para mencionar que en las declaraciones realizadas en los medios, es necesario hacer una pequeña acotación: el magisterio no es el único sector en donde se dan este tipo de prácticas.
No sólo los sobre sueldos, bonos, compensaciones, gratificaciones, sino también combustible, pagos de telefonía y demás que no recibimos millones de trabajadores en este país, creo se reciben por ejemplo en algunas funciones públicas muy conocidas de representaciones populares –diputaciones, senadurías–; de igual forma los apellidos de políticos se repiten en distintos cargos y puestos, de manera tal que creo se pueden hablar de familias que se mantienen en el gobierno de este país de generación en generación; de igual forma los mismos personajes aparecen una y otra vez en secretarías, comisiones, representaciones, cargos de marea tal que al finalizar su gestión “pasan” a otro puesto y en algunos casos, considero, sin importar su desempeño.
Falta mucho por declarar, pero lo más importante es cuidar la imagen de las instituciones públicas de este país, porque si se deterioran, se deteriora la convivencia y la estabilidad; creo que ya es tiempo de dejar de desgastar la imagen social del profesorado y comenzar a fortalecer la imagen de las instituciones en este país, no desde los medios y la impunidad, sino desde la funcionalidad estructural de las mismas.

*Profesor–investigador de la Unidad 111 UPN/Guanajuato. cespadas1812@gmail.com

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