Retos de la educación mexicana
Miguel Bazdresch Parada*
Retos importantes, algunos un tanto ocultos a la mirada oficial, tiene la educación mexicana para responder a las demandas de la sociedad y del mundo, en esta época de cambios y redefiniciones del papel del Estado en relación con la política social del gobierno.
Parece fraguarse y empezarse a aplicar una modificación en la política social del gobierno cuando reduce el presupuesto dedicado a las instituciones encargadas de aplicar las acciones prácticas. Por ejemplo: Protesta de diversos sectores del gremio magisterial por una reducción del presupuesto y las responsabilidades del Instituto del Fondo Nacional para Viviendas de los Trabajadores (INFONAVIT) es una muestra. Mensajes claros a los distintos sindicatos de trabajadores del Estado acerca del apoyo económico adicional del gobierno a los trabajadores de esos sindicatos. Imposición a las industrias energéticas del sector privado de la economía para aliarse con la empresa del Estado (PEMEX) si les interesa “vender” algún producto energético. No más personal médico en hospitales y clínicas del Estado… y la lista no termina aquí.
El tema es un reto para la educación mexicana, pues el mensaje contiene la supresión de un conjunto de acciones dirigidas tanto a maestros como a otro personal educador y trabajadores de las secretarías respectivas, pues “el apoyo será medido”. Léase poco y selectivamente.
Estas decisiones, quizá necesarias, no detienen, pero sí frenan el proceso de actualización y capacitación de todo el personal educativo en momentos de cambios en el mundo de la ciencia y la tecnología que afectan a los procesos de aprendizaje y, por tanto, a las acciones educadoras de los maestros y auxiliares pedagógicos. Se puede tratar de controlar el efecto negativo con decisiones prohibitivas, por ejemplo, del uso de los apoyos tecnológicos (ejemplo: el celular) para ayudar a los maestros y estudiantes a facilitar el contacto con conceptos, procesos y, al fin, conocimientos.
Otro freno está en no tocar más el proceso de formación de profesores y evitar el acercamiento formativo y aplicativo al aporte educacional de las neurociencias, los desarrollos de neuroeducación y la aplicación de los avances y descubrimientos de esas ciencias aplicados a la enseñanza y el aprendizaje; los cuales facilitan la tarea didáctica, el contacto con los profesores y la creación de alternativas para todos los grupos sociales, aún sin escuela o escuela completa en diversos sitios del territorio nacional. No se diga del aprovechamiento de la llamada inteligencia artificial, que es y lo será mucho más en poco tiempo, un aporte significativo a la capacidad de aprendizaje de estudiantes y maestros, así como de facilitar varios procesos clave en la educación básica y media, sobre todo aprovechar la comunicación y el aporte de las comunidades al aprendizaje de los estudiantes.
Es una tarea compleja, ciertamente. De ahí la importancia de un apoyo desde ahora y para el largo plazo, pues el desarrollo de esa tecnología y el aprendizaje de la sociedad en su conjunto no será rápido, pero sí permanente y sabemos bien que apenas comienza.
La educación en sí, la estructura gubernamental, el apoyo de la sociedad, desde la familia hasta la industria y el comercio, están convocados a participar en este proceso que reclama el compromiso para que suceda ordenado y sustentado, pues estamos ante una posibilidad de mejora y avance de la educación que no se presenta todos los días y sin duda es un gran reto.
*Doctor en Filosofía de la Educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]