Regresar a las escuelas. ¿Cómo contar las experiencias que hemos vivido?
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Todo comenzó cuando un pequeño virus puso en jaque a la sociedad entera. Las escuelas se cerraron, los padres se alarmaron y la sociedad se paralizó por un momento. Poniéndonos en el lugar de los y las docentes, ellas y ellos tuvieron que migrar inesperadamente a formas jamás imaginadas de atención escolar. Antes de todo esto, cada maestra o maestro sabía como trasladarse y llegar a la escuela de su adscripción, dirigirse a su aula de clase, conocía el lugar en dónde se prepara el café, encargarle a la señora que prepara el desayuno, etcétera. Recibir y atender niños y niñas, tener una rutina académica, revisar tareas, interactuar con alumnas y alumnos, esperar el espacio del recreo, recibir a algunas madres de familia de alumnos en situación de bajo aprovechamiento, etcétera. La tarea educativa que se había normalizado por muchos años se quedó en suspenso, hemos pasado desde marzo del año 2020 a una nueva forma de (a)tensión escolar. Y, ¿qué ha pasado con las maestras y los maestros?
Pocas historias se han tejido para rescatar la realidad escolar bajo condiciones de este confinamiento, la pregunta no es qué han hecho los docentes; sino más bien, ¿qué piensan los y las docentes de las condiciones de trabajo bajo las cuales se vieron obligados a realizar la tarea escolar en este contexto inédito llamado pandemia por coronavirus? Me parece que asociado a ello la mirada o el foco de atención y las atenciones que enfocan a las y los docentes y sus necesidades profesionales para migrar a un nuevo modelo de atención han sido muy pobres y, junto a ello, se ha enfatizado el asunto de las fallas o las inconsistencias.
El magisterio se convirtió en un sujeto colectivo silenciado bajo el contexto de la pandemia, les tocó migrar y adaptarse a las condiciones emergentes y, de manera obligada, atender en la distancia. El SNTE desapreció del escenario como sujeto defensor de los derechos de los trabajadores de la educación y renunció a su legado. Si bien la demagogia sindical es más grande que las acciones sindicales en este proceso, el SNTE prácticamente despareció del escenario político pedagógico e institucional.
Las experiencias docentes se traducen en saberes pedagógicos cuando media la reflexión del sentido y significado de las mismas y concluyen con ejercicios de sistematización.
Es aquí en donde entramos al núcleo de nuestro análisis, ¿cómo han sistematizado esta experiencia pandémica los maestros en servicio? La experiencia de esta etapa de vida no se equipará a todo lo antes vivido. Hay otros condicionantes, otros atravesamientos y otras formas de nombrar la realidad a partir de vivirla, tenemos pocos relatos elaborados al respecto, pero de los pocos relatos tenemos que los docentes reconocen una incomodidad estructural. Desde este nuevo lugar de la profesión, se reconoce que no es el mejor en el que han vivido, se han convertido en sirvientes del sistema educativo, en mensajeros que entregan guías e instrucciones, en personajes que vigilan para saber que la tarea se ha realizado. Los maestros y maestras no están cómodos bajo este contexto, pero de eso nadie habla y, en cambio, son muy pocos los que se han acercado a intentar entender el corazón mismo de estas nuevas formas de atención y regulación escolar, pero rescatar lo que realmente ha pasado. Lo que realmente valioso. Se trata de rescatar lo que tiene un valor para educar y para contribuir en la profesionalización de los que educan
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]