Regaños

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Desde el visor de la vida adulta, la infancia vivida tiene ricos significados.
La mirada retrospectiva y la asociación mental de eventos, personas y configuraciones.
Desde la intimidad de nuestros odios, amores, encuentros y desencuentros; de regañados, de niños y niñas cumplidores a regañadientes, de estructuras que nos hacen sujetos realizados o infelices, damos en retrospectiva vuelta a la página y revisamos.
Las fotografías, la calidad de nuestra escritura, los dibujos de las manos en evolución psicomotora, los huecos en nuestras historias personales, los déficits socioemocionales como parte del crecimiento de muchos.
El yo adulto y sus reminiscencias, la manera como hacemos educación en el rol de padres o educadores profesionales.
Los olores de la cocina, de las salas, de los patios y de los salones de clase y de los mesabancos y butacas.
La infancia como objeto de estudio de psicólogos y pedagogos, la infancia como población destino de buenas intenciones gubernamentales, la generación adulta con el velo culpigeno lejano a la protección adecuada de todos los niños y niñas.
Ser niño, ser niña en 2023, el escenario discursivo de la escuela inclusiva, de la equidad de género; los que nacen, los que crecen en contextos de emergencia y familias fracturadas, los niños y sus necesidades e intereses en códigos tal vez parcialmente interpretados.
La vida nutricia regateada, la vulnerabilidad de la niñez en una sociedad posmoderna consumista que transita y se reinventa.
Las políticas gubernamentales sobre la infancia, a nivel nacional la extensión del tramo de responsabilidad hacia la educación inicial; a nivel estatal el rezago en hechos, la omisión, el estridentismo publicitario que regala sólo celebraciones coyunturales desechables un día después.
Las familias y sus medios de movilidad verificados, el estrés de la infancia solidaria con la angustia existencial de los padres y madres jaliscienses.
El gobierno estatal con fines poco populares, que tensa el tejido social, que no escucha manifestaciones y que golpea la economía y productividad.
La Secretaría de Movilidad y las instituciones de justicia y seguridad fenicias, que esquilman de variadas formas a la ciudadanía masificada y desorganizada; que abren la brecha del desencuentro con el ciudadano desvalorizado.
La involución de la vida política y de la saludable democracia en Jalisco donde no hay diálogo y empatía en las decisiones; el uso “legítimo” de la fuerza y la libre circulación como objetos de debate, la calidad del aire como coincidencia; la discrepancia que encierran las formas de los “verificadores” vehiculares.
El regaño gubernamental actitudinal y mediático, el negocio ecológico como fin que justifica los medios; los antimotines, la persistencia de la causa en voz de quienes se manifiestan, la pelea del Canelo Álvarez en el marco del orgullo distractor del bicentenario; la formación de la inteligencia y la razón que no se forjan en un ring de boxeo, las prioridades de la organización del espectáculo, los intereses reales, las cualidades y virtudes, lección educadora cuestionable.
La infancia como objeto de deseo de mercado, la codificación del amor cotizada en poder adquisitivo de padres y madres ausentes.
El regaño y la reconvención como medios disciplinarios, como medios formativos indemostrables.
La madre que regaña porque ama.
El padre que regaña porque su rol de paternidad le exige enderezar.
El hermano o hermana mayor como ejemplos a seguir, que también aprenden a dosificar regaños y golpes como medio de poder, como medio de obediencia en cascada.
La sociedad y la familia autoritarias, educadoras a su manera, las dosis de violencia física o violencia simbólica, la palabrería, como medios comunes.
El contenido simbólico del lenguaje paraverbal entre padres e hijos. Los códigos del amor raros, las figuras nutricias del hogar en la inmediatez y economía de la disciplina.
El regalo y el amor en dosis permitidas en el nicho ecológico donde se materializan las relaciones comunicativas en el hogar.
La génesis del comportamiento moral y la socialización.
El medio conductista del premio y el castigo, el riesgo de arraigar la ética heterónoma.
Los ciudadanos pasivos y resignados en las filas y los riesgos en los centros de verificación con olor a tufo de privatización de los asuntos públicos. La multa como castigo, el regaño institucional al no “cumplido”.
El ojo observador del adulto y la mano ejecutora para canalizar desviaciones.
La reproducción silenciosa de la obediencia y la reproducción autoritaria en la que deviene una sociedad como la nuestra con lugar más a las masas obedientes que a las masas pensantes.
El miedo y la coerción como burda pedagogía del absurdo desde tiempos inmemoriales.
El paquete formativo de La infancia el juguete, el beso, el cariño y el regaño.
La reproducción generacional de la vigilancia y el castigo.
Ser niño y formarse humano. El sentido común componente de la acción educadora de padres y maestros.
La dialéctica del regañador-regañado, del gobernante-gobernado, sus fechas de caducidad y la emancipación que atisba en el horizonte de la adolescencia, la sociedad que ha dado a luz de nueva cuenta gobiernos distantes de las prioridades de las mayorías.
La verificación responsable excluyente de vehículos de modelos atrasados y de automovilistas insolventes, la argumentación que llega al mismo punto: o con voluntad ciudadana o a fortiori.
La fuerza, el poder del dinero y las mil caras de la corrupción.
La transferencia de valores de una sociedad adulta reproductiva del capital de violencia heredado.
La palabra fuerte y la amenaza como medios formativos cuya eficacia algunos aún justifican.
Regaños para aprender orden y limpieza.
Regaños para aprender puntualidad y hacer la tarea.
Regaños para desactivar actos y comportamientos.
Regaños para regular impulsos lúdicos y aprender en el tiempo y lugar que los adultos disponen.
La acción de regañar al hijo o a la hija, el escenario del cambio de conducta que pensamos y deseamos.
La infancia y su educabilidad, la urgente comprensión.
La pasmosa pasividad de la generación adulta como subproducto de la escuela de regaño y la obediencia en las etapas infantil y adolescente.
La emancipación de la infancia de tomadores de decisiones farsantes, políticos de los tres niveles de gobierno y sindicaleros antidemócratas con otro Mayo por delante.
La vida y la acción de las nuevas generaciones proporcionalmente pequeñas que se liberan de expectativas externas.
El flujo de su auténtico desarrollo cognitivo y desarrollo ético y moral.
Amar y educar sin medios coercitivos, el ideal de moldear voluntades y autorregulación de comportamientos, el posicionamiento de la agenda de salud física, emocional e intelectual de la infancia, de las infancias.
La infancia regañada ayer y hoy; la infancia es destino y también ciudadanía.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar