“Quiúbole”

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

Usamos la contracción “quiobo” como una forma de apantallamiento. Es un “qué tal” asombrado. Significa “a poco”, “échate eso”, “¿en serio?”
-Me saqué la lotería.
-¡Quiobo!
En cambio, si decimos “quiubo” saludamos, empatizamos con quien llega. Es más fraterno que un simple “hola” y menos meloso que “cómo estás”. Tiene tono de interrogación, de invitación, de interés en lo que el otro referirá a continuación. Sabe a nostalgia y continuidad.
“Quiúbole”, con el enclítico, va aún más allá. Requiere de apretón de manos y un abrazo golpeteado por las palmas sobre los omóplatos ajenos. “Quiúbule” resulta aún más sonoro y entrañable. Refuerza el afecto.
Seguramente en ningún otro país hispanohablante existe esta sutileza (otras, no ésta). Para el mexicano, saludar es un ritual donde el exceso es cortesía y la parquedad, falta de educación. Sólo se estrecha la mano del extraño: “mucho gusto”, fin. El conocido, en cambo, se estruja y al amigo se le acribilla con toqueteos y una ráfaga de preguntas actualizadoras: la familia, el trabajo, el rock & roll…
La amistad mexicana es un acto de fe. Una declaración de principios donde el afecto sólo admite el derroche. Cariño sin límites anunciado con trompetas y versos octosilábicos. El mexicano que no expresa sus emociones con cohetes y pirotecnia, no es mexicano. Somos los que más sufren, los que más quieren, los que viven con mayor intensidad sus vínculos y sus rupturas.
Consideramos una traición no celebrar el cumpleaños de un amigo y no tomar tequila con él si se casa, si tiene un hijo, si compra una casa. O bien, si lo abandonan, si se le muere el perro, si debe la hipoteca… La amistad merece la cirrosis.
La forma de convertir en familia a un amigo es a través del compadrazgo. En México, el compadre es un cómplice, un hermano, un alma gemela. Es compadre el que bautiza a un hijo, el que compra los anillos de la boda, el que acompaña al niño en la Primera Comunión. El compadre hace un pacto de sangre: estará presente en las quimioterapias, en el adulterio (sufrido o cometido), en el terremoto, en la jubilación.
“Quiubo” es la contracción de “qué hubo” que el habla popular de los mexicanos ha perfeccionado. En todas las regiones existen alteraciones de la norma. Para nosotros, la calidez es un signo de identidad. Los nuestros admiten el uso del lenguaje cifrado. La sutileza de la pronunciación nos identifica como parte del grupo. Sabemos que al decirlo, el hablante es de los nuestros.
Quiúbole.

*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]

Comentarios
  • verónica vázquez-escalante

    Quihúbole Doctor: Me encantó su artículo además de que esa muletilla es muy propia del lenguaje personal. Felicidades

  • Nicandro Tavares Cordova

    Quibo.. no que no? Esta padrisimo este articulo mi querido Jorge Alberto Valencia. Felicidades!!!

  • Mariana morales

    Siempre con un toque ! Muy bueno! Saludos profe !

  • Paris Flores

    qué significa SuBiré? O sea, el nombre del colegio.

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