¿Quiénes son los intelectuales que saben de educación en nuestro país?
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Según el diccionario, un intelectual es un personaje que se dedica al estudio y la producción académica a través de la reflexión crítica sobre algún segmento de la realidad y, a su vez, es capaz de comunicar sus ideas con la pretensión de influir en sectores de la sociedad, alcanzando cierto estatus de autoridad ante la opinión pública o ante la comunidad especializada que tiene acceso a su producción.
El trabajo intelectual está asociado con tres tareas complementarias: la producción reflexiva, la crítica de lo que sucede y la influencia en los sectores sociales de su incidencia. Sin embrago, en nuestro país hay intelectuales a sueldo, es decir pensadores que sin ningún sesgo de crítica y, menos aún, de autocrítica aportan su producción al mejor postor a cambio de dinero, de influencia social o de reconocimiento público.
Como parte de la tradición intelectual en nuestro país en el campo educativo, hay destacados pensadores, analistas y críticos de los asuntos educativos, puede decirse que Pablo Latipí Sarre encabeza dicha lista, junto con Olac Fuentes Molinar también ha sido un agudo intelectual, de ahí viene una gama amplia que abre y bifurca distintas perspectivas. El escaparte de intelectuales se vio nutrido cuando se creó lo que fue el Observatorio Ciudadano de la Educación (OCE, hoy desaparecido), el COMIE también ha contribuido a la generación y proyección de intelectuales.
Recientemente Manuel Gil Antón, junto con el proyecto de Educación Futura (EF), ha animado la crítica educativa y ha permitido la circulación de distintas voces y plumas a las cuales se les puede presumir como posturas intelectuales. Pero no basta con la producción y circulación de ideas valiosas que desde la caricia tengan una postura distinta, a lo que surge desde los espacios del poder; hay dos actores que son destinarios de las posturas de los intelectuales que hablan, opinan y critican el rumbo de la educación. Dichos actores son: el propio Estado como sujeto público y la sociedad civil como un conglomerado de instancias diversas y plurales que se tornan en destinatarios de la producción de los intelectuales.
A nivel nacional algunos diarios incluyeron en sus espacios editoriales a voces y plumas de intelectuales críticos, en el periódico La Jornada Luis Hernández Navarro anima esta práctica, en los periódicos Universal, Reforma, Excélsior, etcétera, hay plumas y posturas que analizan el devenir educativo y marcan una posición que no siempre coincide con la del gobierno o da del poder.
Pero aun en todo ello tenemos una crisis intelectual, por ejemplo, el SNTE como representante formal de todo el magisterio nacional, no le ha interesado incidir en la generación de intelectuales, no lo necesita para mantener el control corporativo del gremio y mantenerse en el poder, la SEP tiene personajes valiosos, pero están enfrascados en la producción institucional para el proyecto educativo oficial. Quedan por último las universidades públicas y privadas ahí se concibe como un espacio natural de crítica y de producción intelectual, ¿qué pasa ahí adentro? La burocratización del trabajo intelectual y la preocupación de muchos académicos por los bonos para pelear y mantener los estímulos, las becas o los sistemas de investigadores hacen que pierdan los fines de su producción intelectual. El sistema educativo no vive en medio de la crítica, a la verdadera crítica se le teme, se le ningunea o se les desprecia, porque no garantiza aplausos y son muy pocos los intelectuales que mantienen una postura claramente crítica ante los abusos y los excesos del poder.
A nivel local en Jalisco, esto prácticamente no existe, los diarios locales no fomentan ni patrocinan espacios para la crítica educativa, los académicos de instituciones de educación superior están consumidos en el claustro, se dirigen solo a sus pares con la finalidad de recibir buenos comentarios.
Hace algunos años (a finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado) el periódico local El Occidental de la cadena de la OEM, abrió un espacio permanente que aparecía los días martes, ahí durante cerca de 15 años nos fogueamos algunos colegas que hoy participamos en distintos portales. En el caso de Jalisco solamente el espacio de Educ@rnos es el único recinto que abre espacios a las voces, la discusión, el debate y la crítica. Las universidades producen crítica, pero miran hacia adentro, no conozco otro espacio en el ámbito local y no digo que no exista, digo que no lo conozco.
Hoy en día los intelectuales están devaluados para la crítica, pero sobrevalorados para el poder, el oportunismo y el arribismo ha sustituido el compromiso ético de colocar el talento y la intelectualidad al servicio de los que más lo necesitan. Aquí tenemos una paradoja, pensar y cuestionar no siempre implica cobrar bien para vivir mejor.
¿Para qué sirve la crítica en educación? Creo que esto sirve para escribir una próxima entrega.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]