¿Quién se encarga de formar a los formadores?

Andrea Ramírez Barajas*

Las reformas van y vienen pero en educación los problemas persisten, el gobierno de Jalisco ha confeccionado su proyecto educativo sexenal a partir de mirar hacia el pasado o de reciclar a personajes que ya habían concluido su ciclo de trabajo en administraciones anteriores. El asunto de la formación, es decir, la atención de las escuelas que forman a docentes (escuelas Normales, Unidades de la UPN e instituciones de posgrado), han recibido un trato basado en la indiferencia y el descuido institucional.
Un rubro muy importante dentro de este universo institucional viene siendo el tema de la formación de los formadores, es decir, la atención profesional de la plantilla de sujetos que realizan trabajo académico en las instituciones antes mencionadas, principalmente las 11 escuelas Normal públicas que operan en nuestro estado.
Aquí hay una verdad de perogrullo, para educar en educación básica, la mayoría estudió en las instituciones formadores pero para formar al futuro formador nadie ha estudiado sobre dicho campo especializado. Pudieron haber estudiado otra cosa, incluso un posgrado (maestría, doctorado, posdoctorado), pero para formar a los formadores, nadie.
El estudio de formar para la formación implica –como decía Ferry–, reflexionar la formación de segundo nivel. ¿Qué implica en el contexto actual de nuevas demandas educativas, la exigencia de un alto nivel profesional a partir de la desacreditación de la tarea educativa el formar para la formación? A diferencia del sistema de Unidades de la UPN en donde las plazas que ocupan sus académicos son obtenidas a través de un concurso de oposición abierto, a través del cual se trata de seleccionar a los mejores candidatos. En tanto, en las escuelas Normales como en las instituciones de posgrado la plaza se ha otorgado tradicionalmente a través de las relaciones, las influencias de los directores en turno, la fuerte injerencia del sindicato que no se duerme en cuanto a vigilar las vacantes en educación superior (Normales y posgrado) y proponer o imponer a sus personajes cercanos e incondicionales, si es un familiar mejor (hagan oídos sordos los que han hecho eso y lo siguen haciendo).
A la formación para la formación debería de vérsele con mayor seriedad, es una tarea compleja, que implica no sólo conocer las teorías y los modelos de la formación, también las características acerca de la personalidad del que se forma, las distintas teorías que hablan del proceso de aprendizaje de los jóvenes y adultos junto con las dificultades para superarlo, las nuevas tendencias educativas y, lo más importante, el trato y la habilidad para favorecer procesos de formación en otros, que garanticen buenos resultados en el corto y mediano plazo, con un enfoque humanista y con una alto nivel en la competencia relacional.
En nuestra entidad jamás ha operado una iniciativa seria pensada para formar a los formadores, existió embrionariamente una iniciativa de crear un programa de maestría al respecto, a partir de un núcleo pequeño de académicos pero la propuesta nunca prosperó. En otros lugares como es el caso de Argentina y en varios países de la Unión Europea, el asunto de la formación para trabajar en el sistema educativo se le toma con mucha seriedad y más aún en cuanto a los sujetos que han sido habilitados para acercarse al cargo de formar a los que serán pronto formadores de niños, niñas, jóvenes y adultos.
Sería bueno conocer cuáles son las ideas y las propuestas del nuevo staff directivo recien llegado a la SEJ, qué piensan al respecto y qué proyectos e iniciativas tienen en el corto plazo para resolver una demanda que se ha acumulado por muchos años.

*Doctora en educación y consultora independiente. andrearamirez1970@hotmail.com