¿Qué tipo de estudiantes egresados necesitamos?

 In Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

La pregunta planteada implica de inicio, obviamente, a un aspecto social que parte de una función formativa que termina siendo determinante. Existen adultos maduros, gente adinerada, políticos y, en ocasiones, grupos de personas de edad avanzada, que deciden el rumbo y formas de actuar que deben seguir todos los menores de edad: el ejemplo más claro de ello son las guerras, en donde participan una gran cantidad de jóvenes, mientras que este grupo de personas que deciden, pocas veces han ensuciado sus manos a lo largo de la historia, pese a ser ellos quienes deciden tomar las armas, en un acto carente de toda ética.
El rumbo y futuro de la educación es otro ejemplo, más aceptable e infinitamente menos agresivo, pero que también puede, y aclaro, puede tener aspectos o motivaciones poco éticas de fondo. ¿Cómo se elige el rumbo y fin que debe seguir la educación? No es aventurado ni falso señalar que la cuestión económica es el objetivo principal, tanto para los educandos como para los responsables de su educación; generar condiciones para poder establecer y/o desarrollar una mejor sociedad es un objetivo secundario que, en la práctica, no necesariamente se cumple.
Pero, volviendo al primer objetivo, es claro que cada estudiante, ya sea por una motivación intrínseca o porque la familia y la misma escuela lo señalan, aspira a tener una vida económicamente estable y con mejores condiciones de poder adquisitivo; esto se traduce en bienes materiales, la posibilidad de viajar, así como darse diferentes gustos, que la mayoría de las personas no pueden gozar, sobre todo en América Latina y algunos países de otros continentes.
Sin embargo, pese a ofrecer una alternativa social y económicamente viable, los responsables del rumbo de la educación, es decir, políticos y economistas, nacionales y extranjeros, deciden el tipo de perfil de egreso que requieren de sus estudiantes, el cual debe responder a un modelo económico, a la globalización, a los intereses de alguna potencia económica o empresas transnacionales, por lo que se fomentan sólo algunas carreras, se prioriza la formación técnica o se promueve la falta de preparación y compromiso de los estudiantes para no verse obligados a pagar salarios altos ni incrementar el número de plazas de trabajos profesionales.
Para lograr este cometido se valdrán de gobiernos, secretarías de educación nacionales y estatales, organismos internacionales como la OCDE, la ONU, la UNESCO, así como del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional, entre otras instituciones reconocidas.
Así que existe un cierto consenso entre diferentes implicados en la educación para delinear el tipo de estudiante que necesitamos, pero, considero, no toman en cuenta los aspectos negativos que esta visión genera, como podría ser la desigualdad, la discriminación, el individualismo, la dependencia a la tecnología y, lamentablemente, la falta de un sentido ético en la mayoría de los educandos.
Como siempre, y sin que sea un cliché, debo decir que estamos a tiempo para cambiar el curso de la educación e integrar a más personas o instituciones en la definición del tipo de estudiantes egresados que necesitamos. Sería bueno, se me ocurre, llevar a cabo un plebiscito para esta tarea, aunque habrá quien diga que no estoy siendo original. Dejo entonces abierta la posibilidad para que empecemos a dar algunas propuestas ¿quién se anima a empezar?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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