¿Qué deberíamos enseñar?

 en Alma Dzib Goodin, Alma Dzib Goodin

Alma Dzib Goodín*

Parece una pregunta simple, y pensando en el ámbito de la educación, parecería una pregunta innecesaria, ¿verdad?
Hace tiempo que escribí acerca de las habilidades en educación superior, bajo la idea de entablar un debate sobre las habilidades generales o específicas de los egresados de educación superior, y esto nos llevó a un debate de varios meses. Si decimos que las universidades deben desarrollar habilidades específicas, implica que sabemos el campo laboral en el que los estudiantes se van a desarrollar, y los vamos a hacer expertos en ello. El problema es cuando el mercado laboral cambia.
Si por otra parte, se desarrollan habilidades generales, se abre una puerta mucho más flexible para el egresado, quien será capaz de adaptarse mejor a las necesidades de su entorno.
En ambos casos, es importante investigar que tipo de empleo necesitan los egresados. Esto no se hace en México, y en el extranjero, algunas empresas comienzan a tomar el asunto y es por ello que permiten que los egresados practiquen en sus arenas, por supuesto, captando al mejor talento y brindándole la oportunidad de sentirse bien, de modos que todos ganen. Ejemplo de ello son empresas como Amazon, Google, Facebook que tienen programas donde reciben a las mentes más brillantes que egresan de las universidades, les plantean un problema, les dan todo para resolverlo y al final deciden si vale la pena o no ofrecerles un empleo.
Ahora, esto es lo que se vislumbra como proceso terminal, así que cuando un maestro me pregunta si estamos enseñando las habilidades correctas a nivel primaria, no puedo dejar de pensar que para que alguien sea capaz de hacer algo no solo productivo, sino tan apasionante que le lleve la vida entera, como encontrar la cura del cáncer, identificar proteínas capaces de causar una aberración genética o componer música que deje a todos atónitos, requiere de un comienzo. Un gran paso para el estudiante que se convierte en un paso casi sin importancia para la sociedad, y es aquí donde quiero detenerme el día de hoy.
Los programas están cargados de contenidos. Los maestros van ajustando el programa para cubrir las habilidades que el sector educativo marca, aun cuando NUNCA ha habido un consenso sobre lo que se debe enseñar. Se toma como normal ver muchos libros, que solo causan daño a las columnas vertebrales de los alumnos, pero muchas veces no hace clic en sus cabezas.
Hemos olvidado lo verdaderamente importante, el origen de la educación, como plantea Platón en sus diálogos, era enseñar la verdad, la belleza, la política, pero sobre todo, enseñaban a pensar.
La idea detrás de ello es plantear preguntas y tratar de responderlas bajo los alcances personales, y debatir sobre el por qué de las cosas. Es ahí donde hay una gran separación con la realidad.
Los alumnos no pueden preguntar, ni debatir, deben asumir lo que el libro y el maestro dicen. El examen es de opción múltiple, se estudia para el examen, no para aprender, no existe un uso y manejo de la información, por ende no se desarrollan habilidades metacognitivas. Si se le dice al alumno que está en un error, simplemente lo toma como una oportunidad de que el maestro moleste a otro. No se reflexiona sobre el error, no existe un aprendizaje del error y se le saca provecho.
Los niños pequeños han olvidado observar. Les damos un libro y deben aprender todo de ahí, los hacemos miopes de la realidad, por ende no son capaces de plantear teorías, no son curiosos, porque la curiosidad no cabe en las aulas.
No enfrentan juicios estéticos, no saben decir lo que les gusta o no, no saben resolver problemas, ¡porque un buen alumno es aquel que nunca causa problemas!, por supuesto no saben reconocer las ventajas o desventajas del entorno, no saben ver las oportunidades que les brinda la lectura o la escritura, ya que leen solo para responder exámenes.
No saben reconocer sus propias habilidades ni sus debilidades, puesto que nunca se les dice en qué son buenos, (sé que van a brincar directo a mi yugular por este comentario, pero solo les decimos su éxito sobre los exámenes comparados con el resto de los niños de su clase, debido a que las pruebas académicas no discriminan talento), solo responden a las preguntas sin reflexionar sobre la relevancia de las mismas. No pueden, de hecho, ¡no deben!
Bajo este panorama, la ruta educativa sigue un extenuante camino donde básicamente los alumnos aprenden a responder exámenes y a aplicar las leyes del mínimo esfuerzo. Llegan a la universidad, haciendo uso de todo sus conocimientos, terminan y llegan al perturbador momento en que no son capaces de adaptarse a las condiciones laborales, porque nunca se les permitió ser flexibles.
La imagen de nuestro hijo en su primer día de escuela, se evapora ante la terrible llamada para ir a trabajar en un empleo que se odia, pero que paga las cuentas y nos recuerda la mentira social que hemos repetido incesantemente a lo largo de muchas generaciones: “ir a la escuela abre el camino del éxito”.
Es aquí entonces, cuando vale la pena hacer la pregunta: ¿qué es lo que deberíamos enseñar en las aulas?

Aquí el artículo previo sobre la educación superior:

https://evolllution.com/programming/program_planning/general-or-specific-skills-the-challenge-of-higher-education/

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com

Comentarios
  • Marco Romo

    ¿Que aprenden los estudiantes que logran entrar y permanecer en la licenciatura?

    ¿Para qué les ha servido lo que han aprendido en la licenciatura?

    Los catedráticos de nivel superior, deben reforzar – mejor dicho, deben empezar a enseñar a pensar críticamente. Deben reforzar esa enseñanza del pensamiento crítico. Deben enseñar, que participen los egresados en las políticas públicas educativas, etc.

    Y los egresados, deben dejar de formar a su vez, niños y adolescentes tolerantes a todo…

    • Alma Dzib-Goodin

      Estimado Marco:

      !Mil gracias por tomarte el tiempo de leer y dejar tu comentario!

      Creo que a nivel superior eso es justo lo que hace falta, ser reflexivos, críticos, flexibles, y otro aspecto es que los egresados no saben valorar su propio talento. Necesitan saber de que son capaces, porque se centran en la búsqueda de empleo en un solo espacio, sin darse cuenta que lo que aprendieron en la licenciatura, les puede abrir otras puertas.

      Las universidades son un semillero de buenos deseos, pero es en el extranjero donde florecen.

  • Elizabeth

    Exelente artículo Alma!!!

    • Alma Dzib-Goodin

      !Muchísimas gracias Elizabeth!! esas porras hacen que uno siga escribiendo!!!
      !GRACIAS!!

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