¿Por qué todo en el centro?

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Es frecuente que los jóvenes tengan que salir de sus lugares de origen para continuar sus estudios. Hace algunas décadas, muchas de las comunidades de nuestro país carecían siquiera de escuela primaria. Afortunadamente, el proceso de dotar a las comunidades fuera de las capitales de los estados ha ido avanzando y, aunque desde algunas ciudades los jóvenes tenían que salir al terminar la primaria, en años recientes se ha logrado que en muchas de ellas haya bachillerato, licenciaturas y hasta posgrados.
Sin embargo, todavía sucede que la investigación en las comunidades y en las regiones (cada una supuestamente con centros mejor dotados de recursos) se contemple o se apoye muy poco. Ya no son tan jóvenes quienes tienen que salir de las comunidades, ni tan escasamente formados. Muchos de los que salen a las instituciones de investigación en el centro (del estado o del país) son ya personas con carreras en consolidación, y que en algún momento han de optar por buscar nuevos horizontes en instituciones que gozan con mayores apoyos para la docencia y la investigación.
En cierto modo, la política de que los docentes e investigadores en las regiones menos desarrolladas o menos urbanizadas reciban mejores salarios contribuye a atraer a especialistas en temas que se estudian mejor en los ámbitos regionales. Sin embargo, la investigación en general suele quedar de lado ante la urgencia de resolver necesidades más básicas en los planteles de comunidades o regiones con menos recursos. Y no es que las personas de esas comunidades y los académicos que las estudian no pongan atención a los problemas técnicos y sociales que deben resolverse, sino que en muchas ocasiones no hay la suficiente promoción o generación de recursos para que la docencia y la investigación puedan realizarse con la misma eficiencia con que se dan en los grandes centros urbanos y académicos.
Algunas políticas recientes de descentralización han contribuido a crear y apoyar centros de enseñanza y de investigación en lugares antes aislados de la educación. Sin embargo, es notable que en nuestro país las escuelas siguen mostrando enormes desigualdades, incluso dentro de los estados y regiones que suelen señalarse como “avanzadas”. Parecería que algunas reciben toda la atención, mientras que otras se van quedando rezagadas. Habría que analizar si es problema de gestión de los gobiernos y las poblaciones de las comunidades en las que todavía no existen planteles dignos y proyectos de investigación y de docencia lo suficientemente sólidos para que la gente acuda a ellos y para que puedan ofrecer más oportunidades a la población que los rodea. O habría que ver si, a pesar de las gestiones, las regiones no reciben suficientes recursos porque todavía no se les considera dignas de complementar las tareas que tradicionalmente se le han asignado a un centro (del país, del estado, de la institución) que cuenta con funcionarios o académicos que logran concentrar los recursos que también son necesarios en otras comunidades más aisladas.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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