Por la defensa de la Escuela Pública

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

El arribo de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos por segunda ocasión es, -de seguro-, una amenaza planetaria. Todas las esferas sociales que escapen a la lógica del poder yanqui son una amenaza. En todo ello, la educación también se torna en un elemento frágil y susceptible de convertirse en un instrumento más del poder imperial.
En la historia de nuestro país, la escuela pública es un logro y un fruto, producto de la revolución de 1910, que costó millón y medio de vidas de compatriotas y que, al final, se pudo acercar al cumplimiento de las aspiraciones de justicia social y libertad. En ese año (1910) el 80% de la población no sabía leer ni escribir; asistir a la escuela era un privilegio, el cual solo disfrutaban las élites superiores en el escalafón social.
Con el paso de los años y con un secretario de Educación visionario como fue el caso de José Vasconcelos, la atención escolar pudo expandirse. Se crearon las misiones culturales con los maestros misioneros, se fundaron las escuelas Normales rurales para formar a docentes hijos de campesinos que fueran capaces de atender la demanda educativa del México rural, y con Lázaro Cárdenas del Río en la década de los treinta se le añade la figura de socialista al tercero constitucional, y con ello se le imprime una dinámica más intensa a la educación pública de nuestro país. De esta manera tuvimos docentes socialistas que lucharon en contra del fanatismo religioso.
Pero ahora la atención educativa se ha reconfigurado, ¿qué queda de público de la escuela pública? Y que es necesario cuidar para que prevalezcan sus ideales, pero qué cosas son dignas de incluir en el debate del presente.
El día de hoy todas las niñas y niños tienen acceso a un espacio educativo, todas y todos tienen la posibilidad de interactuar con una o un docente que ha sido formado especialmente para atenderlos, pero eso no basta. La amenaza a la escuela pública se ha tornado en una oleada invisible de agresiones. La primera tiene que ver con la privatización: “Quien quiera una educación de excelente calidad, que pague por ella”, llegó a decir un titular de la SEP; pero la otra parte tiene que ver con los contenidos, las orientaciones y la vida cotidiana del entramado institucional que se teje en cada centro educativo.
En estos momentos, la defensa de la escuela pública es un imperativo para educadoras y educadores; implica educar en valores como la justicia, la democracia y la libertad a partir de vivirlos todos los días al interior de cada escuela. La equidad de género entre niñas y niños es otro elemento que aparece en la agenda y que obliga no solo al diseño de políticas públicas, sino de acciones congruentes en ese sentido.
La Nueva Escuela Mexicana es un esfuerzo gubernamental por hacer posible una escuela pública para todas y todos, pero de muy buena calidad. Las amenazas imperiales, o las inequidades y pequeñas cosas en la vida de las escuelas, son una amenaza a la escuela que nos heredaron los combatientes revolucionarios que dieron su vida en 1910.
Defender hoy en día la escuela pública implica oponerse a los abusos, arbitrariedades e inequidades. Defendamos la nación en contra de la amenaza imperial y defendamos la escuela en contra de la amenaza privatizadora.

*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]

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