¡Para que aprenda!

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Hace unos años, uno de mis amigos me narró cómo un hombre en su pueblo zacatecano llevó a un perro a un cruce de dos calles importantes. Lo tenía amarrado y, frente a los pobladores que estaban en ese momento, le disparó en la cabeza. La gente le preguntaba: “¿por qué hiciste eso?” “¡Para que aprenda!”, era su respuesta. Algo que parecía ignorar el hombre, que mató al animal en público y que no tuvo castigo alguno de parte de las autoridades, es que para aprender es requisito indispensable estar vivo.
Hace algunas semanas, otro hombre, con el pretexto de que un perro callejero al que todos llamaban “Rodolfo Corazón”, había atacado a su novia, fue y lo mató con un hacha, en una calle de Los Mochis y a la vista de varios testigos. Hubo protestas y se vinculó a proceso al hombre que mató al perro. En ninguno de los casos es posible esperar que los animales muertos aprendan algo, pero la sociedad que protestó en el segundo caso ha hecho un esfuerzo para evitar que se vea como una práctica normal la violencia contra otros seres vivos. Es decir, han llamado la atención acerca de cómo esta violencia, al continuar sin castigo, se convierte en un acicate para repetir este tipo de actos.
Desgraciadamente, la muerte violenta de personas en nuestras sociedades se ha convertido en un asunto cotidiano. Y la impunidad se ha convertido en una constante en estos crímenes. La violencia en contra de muchas personas se utiliza como una forma de “aleccionar” a otras personas cuyas conductas se pretende controlar. De no realizar determinadas acciones, se les hace pagar con sus vidas, con el objeto de que las personas cercanas se vuelvan sumisas y obedientes a los caprichos de quienes están dispuestas a matar. Lo hemos visto en sociedades en distintas partes del planeta; y el libre acceso a un creciente mercado de armas contribuye a aumentar el peligro de muerte de quienes se opongan a obedecer a quienes tienen esas armas en sus manos. Como ha documentado Susan Sontag, la violencia creciente acaba por desensibilizar a quienes reciben esas noticias de forma constante. Entre ellas, a muchas de las autoridades que deberían evitar que eso sucediera y de las encargadas de encontrar y castigar a quienes están detrás de esos hechos.
En días recientes hemos sabido y lamentado el secuestro y asesinato de tres hermanos González Moreno en la Zona Metropolitana de Guadalajara. Desconocemos el mensaje que envían los asesinos de esos tres jóvenes a quienes forman parte de poblaciones con características semejantes. ¿cuáles fueron los motivos para agredir específicamente a esos tres jóvenes y sus familias? ¿Cuáles mensajes están detrás de éstas y otras muchas muertes violentas y desapariciones de personas en nuestra ciudad y en nuestro estado?
El mismo fin de semana en que un comando armado entró a la casa de la familia González Moreno y los privó de la libertad y de la vida, cientos de familias salieron de cinco rancherías de Mechoacanejo, en el municipio de Teocaltiche, Jalisco, para escapar de los enfrentamientos entre sicarios de los cárteles Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa. Estos acontecimientos nos dan una idea del contexto de la violencia en nuestro estado y nuestro país. Según datos de abril 2021, en nuestro país los estados con el mayor número de homicidios dolosos fueron: Guanajuato (310); Michoacán (244); Estado de México (192); Jalisco (189); Baja California (157); Chihuahua (124); Guerrero (85) y Ciudad de México (84). En ese contexto, las desapariciones de personas se unen a la violencia ejercida de unos miembros de la sociedad contra otros sectores a los que pretenden controlar, oprimir o explotar.
Niklas Luhmann ha señalado que el miedo está en la raíz de los movimientos de protesta y en la relación empática que pretende despertarse con la visibilización de los casos de dolor propio o ajeno. Desafortunadamente, los movimientos de protesta en contra de la violencia no han logrado reducirla, ni en nuestra ciudad ni en nuestro país. Muchas sociedades siguen sin aprender cómo evitar que se generen esas luchas por el control de los comportamientos de otras personas y de los recursos de los que desean aprovecharse.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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