Objetivos del desarrollo sostenible ¿fracaso o logro en 2030?
Marco Antonio González Villa*
En una analogía de la forma en que establecemos metas a lograr en un año cada primero de enero, en el año 2015 todos los miembros de las Naciones Unidas aprobaron diferentes objetivos, 17, en una agenda para lograr en el año 2030; con la misma ilusión de cada persona en la celebración de año nuevo. Hablamos prácticamente de 14 o 15 años para conseguirlo. Pero, el día de hoy, aproximadamente a la mitad del tiempo establecido, empezamos a tener ciertas suspicacias en torno a las posibilidades reales de logro de la meta. Obviamente en ese momento no se contempló una variable extraña de la magnitud de la pandemia que pudiera dificultar el proyecto; hoy parece que tendrá que replantearse esa posibilidad de logro en diferentes países, siendo México, lamentablemente, uno de ellos.
Algunos de los objetivos aún tienen posibilidades de éxito, como la Igualdad de género, en donde vemos cambios en las pautas educativas, en diferentes normatividades y documentos de regulación, así como en las formas de interacción social que hacen pensar que puede ser alcanzado.
Son otros, plenamente interrelacionados, los que empiezan a verse como imposibles. El objetivo 1, Fin de la pobreza, se encuentra lejos de ser alcanzado y, el problema, es que con dicho objetivo muchos más tampoco podrán lograrse por su estrecha relación: Hambre Cero, Salud y bienestar, Educación de calidad, Agua limpia y Saneamiento, Trabajo decente y Crecimiento económico, Reducción de las desigualdades, y, por las implicaciones de corrupción que hacen que no aplique con personas en condición de privilegio, el objetivo de Paz, Justicia e Instituciones sólidas.
Los apoyos económicos brindados a diferentes grupos vulnerables, incluidos los estudiantes, requieren de un gobierno que cuente con los recursos suficientes para mantener los programas; de hecho, ha sido una de las principales críticas de la oposición que lo miran como políticas clientelares, dejando entrever que, de recuperar el poder, y para ser congruentes con sus argumentaciones, dejarán de brindar dichos apoyos. Y tardarían, nuevamente, años en implementar su modelo económico y educativo.
Hemos vivido una política de austeridad en el campo educativo lo que hace impensable la creación de infraestructura para consolidar una educación de calidad; de hecho, con la pandemia incrementó la brecha de la desigualdad entre clases sociales. Esto se liga a inflación, pérdidas de empleo y ventas y a la poca creación de nuevos empleos que garanticen un mejor futuro para todos, principalmente para aquellos que, por su condición de pobreza, viven con anhelo el logro de cada objetivo.
Hace falta inversión y recursos concretamente para conseguir en tiempo y forma los objetivos para el año 2030, pero la pandemia ha sido una metida de pie de la que varios países tardaremos en recuperarnos, mientras tanto seguiremos teniendo nuevas generaciones de pobres, rezago educativo y trabajos no decentes para estudiantes que den el salto al sector laboral. Nos quedan casi 8 años, confiemos que las condiciones mejoren y se incremente el optimismo y las posibilidades de logro por el bien de todos y todas ¿no?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]