Nueva oportunidad para el posgrado de la SEJ
Jaime Navarro Saras*
En alusión al texto Historias de docentes. Historias de y en la profesión de Miguel Ángel Pérez Reynoso publicado el día de ayer en este mismo espacio, el tema del posgrado de la Secretaría de Educación Jalisco vuelve a ser motivo de atención (por supuesto, con sus bemoles y de los cuales hablaremos en otra ocasión). Lo cierto es que en el pasado reciente el posgrado de Jalisco sufrió un desaseo, bastantes descuidos y una falta de atención por demás evidente, dichas acciones contra el posgrado fueron promovidas desde las propias entrañas de la SEJ y por indicaciones expresas de la cúpula directiva del despacho del exsecretario de educación Francisco Ayón.
Se ha insistido una y otra vez que el posgrado en la SEJ resulta oneroso, a manera de reclamo y como un chiste cruel, el exsecretario Ayón señalara continuamente que salía más barato pagarle a los maestros un posgrado en cualquiera de las universidades privadas de Jalisco (ITESO, Tec de Monterrey, Univa, Universidad Panamericana, Universidad Autónoma de Guadalajara y amén de las “patito”) que sostener la nómina, el pago de renta y el mantenimiento de los edificios de los centros de posgrado (CIPS, ISIDM y MEIPE).
Haciendo un poco de historia, el posgrado de la SEJ cuenta con 30 años de existencia, CIPS e ISIDM nacieron en 1989 y la MEIPE en 1994, por sus aulas han pasado miles de maestros de casa y de otras instituciones públicas y privadas (incluido Francisco Ayón y su equipo cercano, quienes se nombran intelectuales reformistas), en estos años ha habido de todo: tiempos buenos, regulares y malos, el posgrado en sus inicios se sostuvo gracias a la voluntad, motivación y entusiasmo de sus creadores y promotores, en ellos abundaba la creatividad y la necesidad de dinamizar y promover el conocimiento, ya que no había reglas establecidas, tampoco existía una nómina basta y profesionalizada, vivía con un presupuesto demasiado escueto, el real sostenimiento provenía de las cuotas de los alumnos y de lo poco que sus directivos arañaban a regañadietes del gobierno, también es cierto que no hubo ni la voluntad ni el conocimiento para insertar a los centros de posgrado jalisciense en las dinámicas de gestión del presupuesto para generar conocimiento, ello gracias a las lamentables inercias endógenas tan propias de la parte conservadora y oscura de la cultura magisterial.
Pasaron los años y el posgrado de la SEJ fue rebasado por sus homólogos de las universidades públicas y privadas, incluso por los posgrados de “cochera” que de manera oportunista y con la anuencia y complicidad de la propia SEJ (en tiempos panistas) se adueñaron del mercado, debido a que era más fácil obtener un documento yendo una vez al mes o comprarlo, que asistir semana a semana a quemarse las pestañas, eran los tiempos donde la perversión del escalafón fue presa de aquellos personajes que iban tras sus intereses económicos (incremento de horas, plazas de dirección y supervisión, etcétera) independientemente si aprendían o no en sus procesos del posgrado, este fenómeno hizo que se elevaran los índices de maestros que lograron grados de maestría y doctorado por estas vías, no así, lamentablemente, la producción de conocimiento y las competencias para la mejora educativa.
Luego vino la debacle del posgrado y la desilusión para estudiar en las escuelas Normales, ello gracias al hecho de que Aurelio Nuño anunció que cualquier persona podía trabajar como maestro, bastaba una licenciatura y aprobar un examen, por lo cual el escalafón cayó en desuso y se fue a la basura, por lo tanto, ya no era necesario tener un posgrado para crecer en carga horaria o promoverse a puestos directivos, el examen se convirtió en La Tierra Prometida y punto.
Una de las lecciones que dejó la reforma peñista a los maestros es que los obligó a renunciar a la profesionalización a través del posgrado, desde siempre fueron ellos quienes se preocuparon por su actualización, lamentablemente el magisterio es la única profesión en México donde el patrón (la SEJ y la SEP) se desentiende de sus trabajadores en ese sentido, a los maestros les cuesta de su bolsillo el pago de lo mucho o poco que vale un posgrado.
Los estudios de posgrado son una excelente puerta que permite sistematizar, analizar y generar conocimiento, el tiempo que duran dichos estudios son la oportunidad que realmente requieren los maestros para dinamizar las aulas, entender lo que allí sucede y poder plantear caminos alternativos para su mejora, ya bien sea desde el análisis de la práctica educativa, la innovación y la investigación, todos ellos elementos y tareas centrales del posgrado jalisciense.
Es pues, una excelente oportunidad para repensar la función del posgrado de la SEJ, ante ello, será necesario imaginarlo y construirlo más en apariencia a las dinámicas de una universidad que a las de una escuela secundaria, por tanto, será fundamental y sin que parezca publicidad de gobierno, refundarlo, invertirle y verlo como una alternativa viable de profesionalización del magisterio, no por algo, la experiencia adquirida del posgrado de la SEJ a lo largo de 30 años está viva, la mayoría de trabajadores son maestros que entienden las dinámicas magisteriales y tienen los conocimientos para mejorar las cosas, independientemente sea cual sea la vía para hacerlo (presencial o virtual), la decisión para llevarlo a cabo es de las autoridades educativas actuales y la buena disposición del profesorado que ha acudido de forma masiva a informarse y hacer un propedéutico para poder estudiar un posgrado, lo mismo en la UPN, el CIPS, el ISIDM y la MEIPE.
*Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]
El bosquejo de la historia del posgrado, su evolución pero también la poca importancia que se le dio en una etapa del magisterio, ocasionó que se dieran diversas situaciones laborales y derechos que se habían adquirido gracias al posgrado y por ende repercutia, en una mejor enseñanza al educando. En hora buena que vuelve a darle el valor e importancia a la preparación del magisterio.