No todo lo que brilla es oro

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

Para la operación, una institución educativa requiere mantenimiento y renovación de equipos, mobiliario, infraestructura y edificios con todo lo que implica. Dependiendo el nivel educativo y el tipo de sostenimiento, hay personas encargadas de tales tareas, por ejemplo, en las escuelas de básica de sostenimiento público, es quien ocupa la Dirección y la Sociedad de Padres de Familia.
Existe dentro de la estructura, responsables de realizar las gestiones necesarias para tales efectos, llámese Patronatos, Benefactores, Rectores, Directores, Vicerrectores… dependiendo también la estructura de la institución educativa en cuestión y su propia forma de organización.
Hay casos donde el deterioro de las escuelas es evidente: se visualizan equipos obsoletos o que simplemente ya no funcionan, salones con los techos a punto de caer, concreto de explanadas y andadores cuarteados y grandemente deteriorados, vidrios rotos en las ventanas, falta de insumos para la limpieza de la institución –se incluyen los usuarios–, ausencia de consumibles.
Estas carencias las subsana el cuerpo profesoral y en ocasiones el cuerpo directivo con recursos propios –entiéndase por recursos propios, el dinero que sale de la bosa de estos actores educativos–. Al hacerlo, lamentablemente las instancias superiores se desentienden de proporcionar lo que es su obligación y para lo que tienen recursos.
Sea por la omisión de los actores responsables y directos de realizar las gestiones o por las instancias superiores que aplican lógicas de distribución de los recursos de forma preferencial y sesgada, se tienen escuelas en mal estado.
Para tal efecto, sustituir equipos por otros nuevos y actualizados, conseguir vidrios para sustituir los rotos o ausentes, demoler y construir nuevos edificios… no modifican la naturaleza de los centros escolares, únicamente se está cumpliendo con el compromiso de no dejar caer a la institución educativa y cuidar la integridad de la comunidad educativa, es decir, hay aspectos que implican por muy brillantes que sean, únicamente la continuidad de la operación y mantener al centro educativo en condiciones operativas.
Se debe diferenciar cuando es una modificación de naturaleza en el servicio y existencia o, cuando únicamente es para no dejar caer inercial o dramáticamente al centro educativo. Así hay directivos que aparentemente logran grandes cosas, sin embargo, hay que aprender a identificar el objetivo de las gestiones.
La naturaleza de los centros escolares cambiaría, por ejemplo, en estos casos: cuando un centro educativo no cuenta con laboratorio de robótica y se realizan las gestiones para abrirlo y equiparlo; otro podría ser cuando no se tiene un camión para realizar excursiones y se realizan las gestiones para tener uno y poder realizar los viajes de estudio; uno más podría ser cuando se abre un museo escolar. Todos los ejemplos anteriores serían para la educación básica.
En los ejemplos anteriores se nota la transformación del centro escolar. Se debe tener cuidado, con aquellos aspectos que ya son propios de una escuela y que sin ellos no puede operar, por ejemplo: tener desarrollos que cobijen a la comunidad educativa en sus trayectos a la escuela, infraestructura para atender aspectos específicos como rampas y señalización… Es decir, identificar aquellas cosas que son obligación de la escuela o del estado –dependiendo el tipo de sostenimiento– tener como básicos para operar.
En el caso del nivel superior, las Universidades deberían tener teatros, centros de idiomas, laboratorios de análisis para la investigación –cuantitativa y cualitativa–, casas editoriales y demás.
Faltarían más ejemplos y aspectos, pero creo que con ello podemos ver que no todo lo que brilla es oro.

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com

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