Neuroeducación
Miguel Bazdresch Parada*
Se ha informado día con día de las personas nombradas por el recién electo gobernador de Jalisco para ocupar diversos cargos en las dependencias de este gobierno. Una de interés principal para maestros y estudiantes es la nota en la cual se comunica que el actual secretario de educación ha sido renombrado para continuar en el puesto.
En principio es una buena noticia, pues la educación es un tema de largo plazo a fin de resolver las situaciones educativas que aquejan a todo sistema educativo, pues los estudiantes lo son, en principio, 12 años, mientras que los responsables de atender y mejorar la educación con mucha frecuencia sólo lo son por un período gubernamental. En el caso de Jalisco al renombrar al secretario anterior, hay una oportunidad de ver la educación en todo el proceso de formación de educación básica.
Desde luego que el solo hecho de mantener en el puesto al secretario de educación del gobierno estatal no garantiza una mejoría o la solución de los problemas complejos del sistema. Sin embargo, el hecho ayuda porque se queda al frente alguien que ya sabe, en “escritorio propio”, de qué se trata la problemática educativa, de su complejidad, de sus avances, de sus retrasos, de los retos, los sesgos y las dificultades a vencer.
Un ejemplo interesante para tomarlo en cuenta con seriedad y claridad es lo que se ha llamado desde los años setenta “neuroeducación”. Es un término para referir cómo los avances en la ciencia de las neuronas, la neurociencia, nos han enseñado y nos enseñan nuevos datos a tener en cuenta para aplicarlos en la mejora de los procesos de aprendizaje. Algunos nos pueden sorprender, pues cuestionan afirmaciones educacionales de muchos años atrás, defendidas con ardor por diversos agentes educativos, tales como maestros, maestras, padres y madres e incluso responsables de la organización educativa, directivos, supervisores y otros más.
El Dr. Francisco Mora, investigador de las emociones, autor de un libro titulado “Neuroeducación. Solo se aprende lo que se ama”, propone centrar el esfuerzo educacional en “…el principio de que el cerebro necesita emocionarse para aprender, con el interés por mejorar la educación desde propuestas innovadoras hacia un paradigma adecuado a las necesidades actuales de desarrollo del potencial humano” (ver: Mora, F. Neuroeducación. Solo se puede aprender lo que se ama. Madrid: Editorial Alianza, 2019).
Cynthia N. Chocobar R., de la Universidad de Murcia, en un comentario al libro de Mora, detecta una afirmación del autor: “No hay razón sin emoción”, luego enseñanza y aprendizaje son actos cognitivos emocionales. Tal enfoque facilita comprender los aprendizajes, detectar los fallos psicológicos y cerebrales que inciden en los procesos de enseñanza de manera temprana, promocionar la empatía, el altruismo y la colaboración, conseguir la atención por medio del fomento de la curiosidad y un largo etcétera de beneficios pedagógicos” (ver: Chocobar, R. C. N: Educatio Siglo XXI, Vol. 38 nº 2, 2020, pp. 263-26).
Así, vale la pena preguntar al recién renombrado secretario de Educación si, por fin, la neuroeducación será un acompañante cotidiano de nuestro sistema educativo estatal. Contiene un aporte esencial: las emociones primero. Y si el entorno de cada sala de clase, de cada escuela de Jalisco, de cada Escuela Normal del estado abrazara ese aporte, hoy presente en muchos sistemas educativos a lo largo y ancho del mundo, es probable obtener excelentes frutos en la formación de niños/as y jóvenes jaliscienses.
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]