Modelos de formación docente II

 en Benita Camacho Buenrostro

Benita Camacho Buenrostro*

La formación continua de los docentes, también llamada formación permanente o de perfeccionamiento es uno de los factores que inciden directamente en los logros del aprendizaje de los estudiantes de educación básica. En México, se han realizado procesos institucionalizados de formación continua desde hace al menos dos décadas; sin embargo, esto parece no repercutir de manera importante en la mejora de los resultados. Ante ello es necesario plantearse una serie de preguntas que nos conduzcan a la reflexión sobre el tema: ¿Qué tipo de acciones formativas se están realizando?, ¿qué características específicas tiene el modelo en cuanto a contenido, metodología, temporalidad, asignación de recursos y participación de maestros?, ¿qué evidencias tenemos de que estos procesos satisfacen las necesidades reales de los docentes para dirigir el proceso educativo de manera adecuada?; en definitiva, ¿qué tan pertinente es el modelo de formación continua que estamos llevando?
De acuerdo con Imbernón, los modelos de formación permanente son cinco:

  • el modelo de formación orientada individualmente, que promueve el aprendizaje individualizado, y el contenido de aprendizaje lo determina el propio profesor a partir de sus necesidades;
  • el modelo de observación/evaluación, en cuya propuesta se genera la reflexión y el análisis sobre la propia práctica a partir de la observación y valoración entre colegas;
  • el modelo de desarrollo y mejora, en el que se propone la implicación del docente en el diseño y ejecución de programas didácticos u organizativos para la mejora de la institución educativa;
  • el modelo de entrenamiento, que se traduce en cursos que informan a los docentes sobre temas específicos en los que los objetivos y los resultados que se espera que adquieran están determinados por los expertos;
  • y el modelo de investigación, expresado en la propuesta de investigación-acción, que tiende a resolver problemas de enseñanza y llenar el vacío entre investigación y práctica.

Si bien ninguno de los modelos anteriores se presenta en la realidad de manera rígida, ya que en cada uno de ellos se encuentran rasgos de otro, podemos identificar la utilización de alguno atendiendo a sus características principales. En el artículo anterior señalaba la necesidad de analizar el uso del modelo de entrenamiento, que si bien no es el único ni es descartable en sí mismo, ya que contiene elementos útiles a la formación del profesor, su uso recurrente no ha favorecido el desarrollo pleno de la formación de los docentes. ¿Cuáles son las razones por las que se ha optado por realizar la formación docente a partir de este modelo formativo?, seguramente no es por desconocimiento, pero a ello me referiré en otro momento.

*Profesora-investigadora del Sistema Virtual de la Universidad de Guadalajara. bcamacho@cencar.udg.mx

Comentarios
  • jesus campos

    También es conocido como mejoramiento docente

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