¿Mirar o escuchar? Ambas
Marco Antonio González Villa*
Hay una película interesante llamada Perfect Sense, traducida como Al final de los sentidos, en la que actúan Ewan McGregor y Eva Green, en la que, por una pandemia, los seres humanos empezamos a perder uno a uno todos los sentidos y se puede apreciar el impacto psicológico que tiene en cada persona la pérdida de las diferentes sensibilidades.
Pensar en la pérdida o ausencia de un sentido es algo que prefiere concebirse desde la lejanía, no en carne propia ni en la de los seres amados, dadas las dificultades que implica, los riesgos que conlleva, así como las maravillosas sensaciones y estímulos que no podrán ser apreciados.
El proceso sensoperceptivo se da de forma automática incluso desde antes de nacer, ya hay sensaciones, por lo que se mira como algo dado, natural, de la que los y las niñas no prestan o toman plena conciencia, a menos, como ya se señaló, que exista alguna limitación. Sin embargo, psicológicamente desde la infancia ponemos un énfasis especial en los sentidos de los demás, de quienes nos rodean y a quienes significamos como importantes en y para nuestras vidas, primero las figuras parentales, posteriormente las parejas.
Así, frases que empiezan con las palabras “mírame” o “escúchame” son comunes, como súplica en ocasiones, develando un anhelo, un deseo… y es aquí donde podríamos introducir una pregunta con el simple afán de provocar una reflexión: ¿los infantes prefieren ser vistos o escuchados?, ¿los que se aman cuál de las dos acciones prefieren? Para el Psicoanálisis y para otras tradiciones en Psicología, la mirada y la escucha del otro son totalmente necesarios dada su función estructurante y como forma de configurar la subjetividad, dado que se obtiene una afirmación y reconocimiento de sí que no sería posible o será difícil sin el otro. Obviamente el padre, madre o pareja que abandonó o el ausente no mira ni escucha, por tanto no reconoce y no afirma.
Pareciera que las tendencias actuales, en la que existe una dependencia emocional por las pantallas, han empezado a priorizar la escucha por encima de la vista: “Ponme atención, mírame cuando te hablo” dicen algunas mamás “si te escucho, si quieres te lo repito” dicen algunos hijos sin voltear a verlas; de igual manera muchas madres o padres prefieren estar viendo sus redes sociales en sus dispositivos y no voltean a ver a sus hijos-hijas, a quienes solamente escuchan.
El amor y el cuidado que se tiene del otro precisa de ambas funciones, de forma bidireccional, necesitamos mirarnos y escucharnos, sentirme importante, valioso y atendido por el otro. La no mirada o la no escucha reflejan una disfunción en el vínculo, un problema social y socializante que solamente podrá corregirse con la mirada y escucha de alguien más. El problema es que, en muchas ocasiones, queremos ser vistos y escuchados por unos ojos y oídos específicos, no los de cualquier persona: es por eso que, no todos o todas las docentes podemos suplir la función psicológica de las figuras parentales o de una pareja en la adolescencia; pese a ello, podemos llegar a representar la única mirada y escucha que un o una menor posee.
Mirar o escuchar ¿qué les gusta más de una pareja? Decían antes que los hombres preferíamos mirar y las mujeres escuchar, pero no sé si las condiciones de género actuales hayan favorecido un cambio; independientemente de ello, mirar y escuchar son la única respuesta posible a la pregunta inicial ¿alguien piensa diferente? Los leemos.
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]