Miedo
Jorge Valencia*
Kafka demostró que podemos vivir con miedo. Gregorio Samsa, protagonista de Metamorfosis, aceptó su repentina condición de insecto como un acto si no de valor meritorio, cuando menos de ejemplar resignación.
Preguntarnos el porqué no admite una respuesta sensata. Cómo vivir así, representa el único heroísmo; por secreto, justificado.
Los mexicanos hemos normalizado el horror. No como una realidad fantástica sino con la vulgaridad de lo cotidiano. La sangre del vecino y los sesos anónimos en el pavimento se convirtieron en una anécdota. Peor aún, olvidable. Si la guerra tiene como única esperanza su final, aunque éste se postergue mediante treguas que no se cumplen, en una sociedad donde el crimen goza de impunidad ni eso restaña. La infinitud de la ignominia vulnera todas las formas de la dignidad humana. La violencia en un país “de leyes” resulta peor que la guerra. Hasta la esclavitud gozó de recesos. No así la situación donde el crimen es cuestión más que de mala suerte, de turno.
Nos acostumbramos a no vernos a los ojos. A caminar con las manos en los bolsillos y a guarecernos bajo llave y con las persianas cerradas.
El miedo es un virus que se contagia y acrecienta. En su poder expansivo, inmoviliza y enferma. Ninguna sociedad puede aspirar a la libertad bajo una lluvia de balas. Respiramos con una amenaza apuntándonos en la cabeza.
Nadie escapa. Nadie asume una razón particular. El dinero, el género, el lugar son algunas de las razones. Las más de las veces, la coincidencia fortuita, el destino. En tierra de cuatreros nadie erige una casa, siembra un árbol, canta. Todos guardan silencio, se asoman por la rendija, tiemblan.
La justicia entre nosotros es una abstracción remota. Propiedad del lenguaje, no de la materia. Mejor tener un coche de medio pelo, un trabajo sin convicciones, una vida sedentaria.
Las palomas de paz vuelan en círculos. Caen por una bala perdida.
*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]
Está bien grs miedo …