México: hacer ruido antes de que nos olviden

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Cada vez, con mayor frecuencia, escuchamos o leemos las palabras “la realidad supera la ficción” o bien la frase “basada en hechos reales” colocadas al principio de una película, serie, documental, libro o, incluso, noticia. Obviamente, en el mensaje, no tan en el fondo, existe la intención de mostrar un producto que retrata o se acerca, mucho y peligrosamente, a la realidad que se vive en diferentes escenarios por distintas personas, a través de la ficción o fragmentos de verdad.
De esta forma, y en muchas ocasiones, las obras de algunas personas implicadas con el arte o los medios de comunicación se vuelven formas de cuestionar, denunciar o visibilizar problemáticas sociales que no han obtenido solución o respuesta. Y en ocasiones, diferentes obras convergen y vierten luz sobre un mismo tema o problema, generando un lamentable consenso que no sólo revela la magnitud y relevancia social de un problema, sino también precisamente la opacidad o soslayo con la que fue tratado. La convergencia desde diferentes lugares es una prueba de un algo existente, no ficticio, aunque los medios de comunicación hagan sólo un manejo político del asunto.
La película Ruido de 2022 dirigida por Natalia Beristain, el documental Antes de que nos olviden de 2014 del director Matías Gueilburt y la canción México del Grupo Mexican Institute of Sound, observan puntos de encuentro con relación a situaciones y circunstancias vividas en México en las primeras dos décadas del siglo XXI: sin tener la intención de hacer señalamientos políticos, y centrándonos estrictamente en la literalidad de los mensajes enviados por cada una de estas producciones, se hacen denuncias directas en torno a problemáticas que han atacado, en su mayoría, a la población adolescente y juvenil de nuestro país, como son las drogas y la desaparición forzada de personas, que se incrementó a finales de la primera década con la mal llamada lucha contra el narcotráfico.
Pero no sólo se señaló el problema, se denuncia también la corrupción y el mal manejo de las autoridades, que termina en la total impunidad e incluso protección de los criminales; también se puede apreciar el difícil camino que deben realizar los familiares de las víctimas en su afán, muchas veces infructuoso, por lograr justicia: participando en movilizaciones, acudiendo continuamente a las instancias legales que tendrían que atender cada caso, realizando la búsqueda y reconocimiento de cuerpos encontrados en fosas clandestinas, cargando con el dolor de tener un hijo o una hija pérdida en un limbo, sin contar con el apoyo de aquellos que tienen la obligación moral, legal y civil de cuidar a cada uno de nuestro país.
Así que siga sonando la canción de Caifanes que le dio nombre al documental y que se siga haciendo ruido en todo México, hasta que, tal vez un día, sientan vergüenza autoridades y políticos y hagan su trabajo como se debe, protegiendo a nuestros jóvenes y la población en general. Es lo justo, ¿no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]

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