Metas, sueños, objetivos ¿abstracciones dotadas de forma y sentido?
Marco Antonio González Villa*
Es inevitable, tal vez imposible, pensar anticipadamente en torno al futuro sin imaginar lugares, personas o situaciones que devienen en idealizaciones, preconcepciones y previsualizaciones de un algo o alguien que se desea, pero que aún no se conoce, no se ha vivido, no se ha visto y, en realidad, ni imaginado. La mayoría de las personas tienen un gusto por hacer eso que conocemos como soñar despierto, creando así escenas, escenarios y también personajes en esas historias de ensoñación.
Sin embargo, puesto de esta manera, pareciera ser entonces que lo que se desea no es a personas concretas, sino a situaciones o experiencias sí concretas y específicas que pueden ser llenadas con quien vamos encontrando en el camino y se les da el significado de lo anhelado: dentro del casting no oficial de la vida cotidiana, le terminamos dando el papel a alguien que consideramos llena los zapatos, cual Cenicienta, de quien imaginamos… aunque a veces queden apretados.
¿Alguien puede decir que la persona amada es exactamente tal como la imaginaron? ¿O si el trabajo ideal se obtuvo tal cual se pensó? ¿Se vive la vida tal cual se anheló o se obtuvieron los logros que se imaginaron? Es difícil. Lo que sí podemos señalar es que con las cosas u objetos concretos concebidos es distinto, porque se pueden manufacturar, como una casa, por ejemplo, y puede quedar tal como uno la imaginó, pero todo aquello que incluya a personas resulta difícil realmente.
Las abstracciones son una forma de pensar que es propia del ser humano, ya que los animales disponen solamente de una carga genética que les posibilita actuar de manera instintiva, buscando siempre sólo colmarlos o satisfacerlos, con un peso predominantemente biológico, obviamente. Pero en los seres humanos las metas, los sueños, los anhelos, los objetivos van más allá, siendo permeados común y claramente por lo social, tal como plantea Freud en su idea de pulsión, por lo que desde una exterioridad se sugieren, por no decir imponen, rostros y características específicas a aquello que puede cumplirnos eso que deseamos. Esto determina las elecciones, así como también las frustraciones; sin embargo, ocurre más este proceso de convencimiento de que finalmente pudo llegar a nosotros: este, esto, esta, ella, él tiene que ser… pero no siempre es.
Una abstracción nos moviliza entonces; no obstante, Freud diría que es un deseo, lo cual habría que discutirlo teórica y epistemológicamente. Sin negar que existe la posibilidad mínima de que alguien realmente encuentre lo que concibió tal como lo concibió, lo real es que lo concreto, similar o no, termina imponiéndose a lo abstracto, lo cual lo hace realista, pero podría alejarlo del sueño original. ¿Imaginaba escribir para educ@rnos algún día o decidí que fuera el medio elegido? Lo dejo a su criterio; sólo puedo decirles que ha sido un zapato que calzó muy bien y no le queda a nadie más.
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]