Melancolía magisterial

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Nada más ad hoc para el título de este artículo que el nombre de una exposición que se presenta actualmente en el Munal (Museo Nacional de Arte) de la Ciudad de México, en el tríptico se define la palabra melancolía como una alteración del estado corporal y anímico que incluye diversos malestares como decaimiento, pesadez, miedo, hastío y tristeza aguda. Sin embargo también está relacionado con la genialidad artística, la introspección y la productividad intelectual.
Relacionando la temática de la exposición del Munal con la dinámica magisterial, podría asegurar que desde la llegada del actual gobierno, los maestros y demás personajes que componen el espacio escolar entraron en un proceso de melancolía. La actual reforma educativa no es la reforma de la felicidad, al contrario, ha aportado suficientes elementos que han provocado un estado de parálisis y desmotivación en el magisterio. El gobierno con sus prácticas y políticas ausentes de consulta han aportado angustia, inseguridad, desmotivación y un éxodo masivo de quienes ya cumplieron la antigüedad y edad para jubilarse o pensionarse, pocos se quedan una vez que cumplen con el mínimo permitido para separarse del servicio, y todo por sentirse solos e indefensos, de alguna manera esa soledad y ausencia de un ente que los defienda los hace renunciar debido al desvanecimiento su la voluntad e iniciativa para aportar ideas y propuestas a su labor.
Maestros desmotivados y denostados no garantizan que pongan en práctica una idea o un modelo del que se sienten ajenos, y más si éste es solo la excusa para minar los derechos laborales de los trabajadores, vender la mejora material de las escuelas al mejor postor, disminuir la nómina magisterial, terminar con los incentivos salariales como Carrera Magisterial y recortar el presupuesto a la educación pública.
–No hay futuro– me comentaba un maestro de recién ingreso al servicio y egresado de la Escuela Normal Superior, hijo de maestros, que haciendo un comparativo entre sus derechos con los de sus padres se siente impotente, su madre gana la hora casi cuatro veces más de lo que él gana por concepto de Carrera Magisterial a la cual ya no tiene posibilidades de ingresar porque esta reforma desapareció el programa sin que generara una propuesta similar ni a corto ni mediano o largo plazo.
A un ciclo escolar de haber iniciado su labor se ve cansado, desmotivado y angustiado, no es el mundo que le platicaron y prometieron en la Normal o en su casa, ni laboral o salarialmente, ha pensado seriamente en dejar el magisterio y dedicarse a otra cosa, incluso a vender tacos o convertirse en chofer de taxi o Uber, así de mal estamos, tenemos una planta de docentes que no están contentos con lo que hacen e insatisfechos con los recursos que la SEP le aporta para sobrevivir, no se diga lo relacionado con su desarrollo profesional y las posibilidades de crecer como persona.
Una vez que termine su mandato el actual gobierno, entregarán una escuela pública sumida en la desesperanza, un magisterio golpeado, denostado, desmotivado, con baja autoestima y desconfiado, amén de los índices de calidad que arrojan las evaluaciones locales e internacionales que tanto les echan en cara a los maestros. El siguiente partido que llegué a gobernar tiene una difícil tarea de realizar y que se reduce a tres realidades: convencer a los maestros para que vuelvan a confiar en ellos mismos y sean más participativos y propositivos; transformar la escuela pública en un espacio atractivo para educar y generar aprendizajes y; quemar el Modelo educativo y construir uno desde la consulta y participación de expertos y los propios maestros, de otra manera seguiremos construyendo el país del nunca jamás donde solo reinará la melancolía y estará ausente la palabra felicidad en el diccionario magisterial.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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