Marginalidad, más allá de lo material

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

“No he visto el mar”, me decía un niño, como de sexto de primaria. Esa es una realidad condensada en una frase abierta que permite entrada no sólo al mar, sino también al mundo, al arte, a la música…
La pobreza material no se equipara a la pobreza cultural. La marginación hacia la producción espiritual de la humanidad, sin realizar estudio alguno, puedo arriesgarme a decir que es mayor que la marginación económica.
Hay quienes viven en grandes urbes y su radio de acción, su movilidad se limita a su barrio o colonia, no salen de ahí y si lo hacen, sus trayectos se configuran, generalmente hacia puntos de sobrevivencia: trabajo, comida.
Hay quienes vivimos en el mundo y el mundo se vuelve en una zona de tantos kilómetros cuadrados que se generalizan y definen lo que significa “mundo”.
Ir a un zoológico y disfrutar de todas sus opciones de entretenimiento (dependiendo el estado de la república) puede llegar a costar, aproximadamente $100.00 por persona, ¿cuántas familias de zonas marginales pueden absorber este costo?
La marginalidad se expresa de diversas maneras, por ejemplo ver una película “pirata” significa marginalidad, ¿quién que puede comprar una película original o ir al cine preferiría comprar una película “pirata”?
Elegir entre un concierto de banda o uno de orquesta, significa tener cierto gusto, gusto que se desarrolla por el entorno: la colonia, el barrio, la calle, la escuela, los amigos y la diversidad de situaciones y personas que de alguna manera nos constituyen. Al elegir por uno u otro ¿estamos siendo lo suficientemente libres?
Los eventos culturales gratuitos son un esfuerzo loable de los gobiernos, sin embargo, ¿en dónde realizan?, ¿cuáles son los medios de comunicación y distribución de los avisos?, ¿en función de qué se deciden?, ¿forman parte de un plan estratégico de formación o desarrollo de la población?
Las ciudades también educan, también ofrecen posibilidades para sacar lo mejor o lo peor de nosotros. En sentido estricto, ¿existe una planeación para el crecimiento de nuestras ciudades?, ¿se tiene planes y programas que contemplan estrategias reales de acceso a la “cultura”?
Por otro lado, la situación se complejiza al preguntarnos por el significado de cultura, en el sentido de la no exclusión de sus distintas manifestaciones.

Profesor–investigador de la Unidad 111 UPN/Guanajuato. cespadas1812@gmail.com

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