Manipulación de la verdad

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

En el proyecto de formación de valores de la infancia y adolescencia la veracidad es uno de los que más desafíos plantea en términos pedagógicos.
En investigaciones sobre el juicio moral de Lawrence Kohlberg encontramos un buen ejercicio de tipificación de los estadios de este tipo de desarrollos, si hacemos extensivas algunas conclusiones al proceso de construcción del valor de la veracidad.
Desde muy temprana edad el niño y la niña utilizan la mentira como medio de socialización y como reafirmación de la noción de mundo y su relación con él.
En edades adultas, en la vida cotidiana, en las relaciones sociales y en las prácticas de comunicación formal e informal y sobre todo, algunos políticos intensifican el recurso de la mentira como medio de convencimiento de los electores.
Esta propensión y sus magnitudes ¿pueden ser acaso interpretados como un proceso de involución del desarrollo moral? Tal vez no sea el punto, aunque es un fenómeno sobre el que hay que detenerse.
Posiblemente a un niño o niña a quien no se le educa formalmente en el valor de la veracidad y su concurrente valor de la honestidad sea un adulto que pule su habilidad de manejar la mentira como recurso.
Hay quienes se mienten a sí mismos y mienten a los demás porque les ha redituado capital económico y capital social. Hay quienes han llegado al punto de convencer círculos del poder y han sido postulados candidatos, la política es también un digno oficio que permite el parto en el monte de Pinochos y Pinochas.
Mentir es pecado rezan en estos días de espiritualidad policroma distintas fuentes religiosas. Pese a celebrar en colectivo la Semana Santa y Pascua, leer y pensar están de vacaciones; leer, comprender y pensar sobre alguna de las fuentes fundantes de las propuestas religiosas que se sustentan en el cristianismo, tal vez sea práctica poco común; tal vez un componente de la fé no sólo sea tomar distancia de la razón sino creer de oídas por reproducción familiar y social; tener fe, ausentarse de la razón tal vez también sea cómoda isla construida con un tejido de cuentos (Leon Felipe Caminos) o en una base de sentido común de la bendita hipocresía, un elogio a la locura (Erasmo de Rotterdam).
Mentir desde la mirada y la voz del niño son maneras de rebeldía y acomodación contra un entramado de relaciones humanas donde la autenticidad es escasa.
Si el niño miente en una fase inicial es por sobrevivencia e inocencia o porque aún no ha aprendido la ruta y el camino de su comportamiento en las distintas instancias socializadoras donde interactúa.
No es improbable que el pequeño tenga en sus padres y hermanos a los primeros mentores en materia de distancia de la verdad, es observable en entornos escolares y mucho antes, en el comportamiento en el juego de mesa y calle, que la mentira es un recurso de reafirmación.
Por egocentrismo el niño siempre quiere ganar y por tal naturaleza y ante las capacidades del otro con quien compite a veces tiende a hacer trampas.
En países como el nuestro donde la democracia aún tiene un largo tramo por avanzar, el político miente por sistema, el tiempo de la campaña electoral se acorta y hay que llegar al máximo de rincones y personas.
Tal vez una conceptualización ampliada de la ausencia de veracidad encuentre claros ejemplos en algunos líderes de partidos, en algunos candidatos(as) a los distintos puestos de elección popular.
Mínimos ejemplos del arte de tergiversar la verdad son también los gobiernos una vez electos. A nivel nacional el “primermundismo” salinista y los asesinatos de Colosio y el cardenal Posadas, el fobaproa zedillista, la traición a la democracia y las cuentas petroleras foxistas, el espurio Calderón y su ignorancia actuada del proceder de García Luna, las torcidas reformas estructurales de Peña Nieto.
Qué decir del gobierno de Jalisco que flota en proyectos de gobiernos de interés particular y de evidente carga conservadora autoritaria, ¿desde cuándo? Desde el actual sueño de cambio fallido naranja hasta donde cada quien se quiera detener en retrospectiva entre las aguas turbias de gobernabilidad actuada como administración privada como modelo de panistas y priistas.
Una antología mínima de sus mensajes y un ejercicio muy básico de exégesis ilustra crisis de contenido y congruencia ideológica, inmediatismo socio histórico, supina ignorancia de temas centrales que son objeto de interés de las comunidades y eventuales representado, sobre todo del abuso de la forma oral vacía y el edificio frágil de significados.
No mentir al pueblo, plantea el proyecto de gobierno del actual poder ejecutivo.
Defender Jalisco y amar a Jalisco con cantinela de voz juvenil wixarika dice la propaganda insistente.
Los procesos electorales de 1994, 2000, 2006, 2012, la feria de mentiras, las medias verdades, la verdad que no importa.
La vigilancia ciudadana necesaria en 2024.
Los hombres y las mujeres que por ambición y avaricia mienten una y otra vez sin pudor.
Los sujetos discentes, las frases fáciles vendedoras de ilusiones sobre el futuro que es más incierto para la clase trabajadora y asalariada.
La veracidad relativa cuando se trata de convencer electores entre los proyectos ideológicos de los partidos y en las aguas turbias donde navegan ambiciones de grupos, partidos y personas a golpe de presupuesto público.
El uso y abuso del corazón como simbolismo de algunos candidatos (fuerza y corazón por México).
La falta de ideas y de mensaje el sustrato emocional como recurso versus razón e inteligencia del moderno ciudadano. Apelar a las emociones para obnubilar la mirada y sesgar la elección en el instante de encuentro íntimo del votante con la boleta electoral.
Que el elector decida confuso y desinteresado de lo esencial, por las mentiras caras que se le venden.
El México de geografía extendida donde caben todas las intenciones, donde se juegan una vez más decisiones importantes.
El padrón electoral 2024 como objeto de deseo de candidatos a los puestos de elección popular, la reedición de la coyuntura, la involución del debate de ideas, la obsesión por las encuestas que le quita el sueño a uno de los equipos de campaña y las trincheras de telepronter y boots.
El primer debate nacional en coyuntura de eclipse de sol.
Cinco años de ausencia de ideas en la oposición, la obsesiva terquedad de gastar en mentiras, confrontar como sistema y negar realidades.
El difícil camino de la democracia y las múltiples fuerzas restrictivas que inyectan miedo en algunos sectores, el asesinato de la candidata morenista al gobierno municipal de Celaya, Guanajuato.
Los periodistas llamados por algunos “chayoteros” que encuentran rentable ponerse en la línea de la “crítica”. Los mismos personajes a quienes hay que fincar responsabilidad desde la candidaturas “triunfadoras” de Salinas de Gortari (1988), Zedillo (1994), Fox (2000), Calderón (2006), Peña Nieto (2012).
Y la candidata de la Alianza Fuerza y corazón por México ¿Digna heredera? De Plutarco Elias Calles (1929) o de Gómez Morín (1938) o de los fundadores del PRD como Cuauhtemoc Cardenas y Muñoz Ledo (1989).
La rendición de cuentas de los gobernantes que están a punto de irse con el garlito que significó la pandemia del Covid-19, las catacumbas de la justicia y las instituciones que deberían ser garantes en todos los campos del Derecho.
La praxis de jueces y magistrados que es deseable cambiar.
La veracidad como componente del uso crítico e informado de la razón del ciudadano necesario.
La veracidad como proyecto formativo de valores, como utopía ciudadana; el terreno movedizo de deshonra de la verdad.
Mentir en el decir, discernir en el escuchar.
El debate, las campañas, la transición democrática por venir después del 2 de junio.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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