Los zapatos del maestro

 en Invitados

Alfonso Torres Hernández*

NO, no cualquiera puede ser maestro. Si la educación es algo serio, la práctica educativa y la docencia también lo son. En la práctica educativa se trata con personas, niños, adolescentes o adultos. El maestro participa en su proceso formativo. Con base en diversos elementos, entre ellos nuestra formación, los podemos perjudicar o beneficiar. Freire (1994) dice que si nuestra formación no es la adecuada, podemos contribuir al fracaso con nuestra incompetencia, mala preparación o irresponsabilidad. Pero también podemos contribuir a que nuestros educandos se vayan transformando en presencias notables en el mundo, si somos responsables, si tenemos preparación científica y gusto por la enseñanza, y poseemos un sentido social de lucha contra las injusticias.
NO, no cualquiera puede ser maestro. Los zapatos del maestro son grandes y requieren de reunir algunas características y cualidades para poder calzarlos. No se puede pensar la docencia como un trabajo técnico, donde la única exigencia sea poseer ciertos conocimientos genéricos sobre educación y algunas estrategias para trabajar con grupos. No, ser maestro, se construye. Se construye muchas veces desde el ámbito familiar; se construye en los espacios formativos para ello, particularmente en las escuelas Normales o instituciones formadoras de docentes; se construye en la práctica cotidiana, en la interacción social con alumnos, padres, colegas, comunidad; se construye enfrentando las carencias institucionales o aprovechando las condiciones contextuales; se construye en la lucha cotidiana por generar aprendizajes significativos y encontrar los sentidos de lo aprendido; se construye en la enseñanza diaria, aquella que se piensa, se planea, se desarrolla y evalúa. Ser maestro se construye. No es lo mismo trabajar de maestro, que ser maestro.
NO, no cualquiera puede ser maestro. Cada profesión u oficio tiene su razón de ser. La docencia exige ciertas cualidades: tener vocación de servicio; poseer un conocimiento de la teoría pedagógica y curricular sólida; poseer claridad de pensamiento respecto a la función de educar y enseñar; tener clara su ideología y posicionamiento político en la sociedad donde desarrolla su labor; tener claro la responsabilidad que implica el papel que desempeña como profesional y como trabajador; poseer un sentido humanista y progresista de su labor; poseer una cultura general y sólida preparación profesional; así como agradable en su persona, en su humor y amante de las bellas artes y la cultura física.
NO, no cualquiera puede ser maestro. Pablo Latapí (2003) nos menciona que la profesión docente tiene dos caras: la luminosa y la oscura. El lado oscuro se caracteriza por el sueldo escaso; las condiciones laborales poco estimulantes; la pobreza de los alumnos; la ignorancia o indiferencia de los padres hacia el proceso formativo de sus hijos; la competencia desigual con los medios masivos de comunicación; y la corrupción en el medio magisterial. Ser maestro hoy, nos dice Latapí, tiene afortunadamente otros rasgo que se inscriben en su lado luminoso y se descubren cuando logramos trascender las pequeñas miserias de la cotidianeidad y recuperar lo esencial, lo que alguna vez nos atrajo como “vocación”: el amor a los niños y a los jóvenes, el deseo de ayudarles, de abrir sus inteligencias, de acompañarlos en su proceso para llegar a ser hombres y mujeres de bien.
NO, no cualquiera puede ser maestro. Ser maestro, es contribuir al desarrollo moral y humano de las personas. Tal vez por ello, Gregorio Torres Quintero (1916), profesor normalista y promotor de que la educación pública fuera “laica, gratuita y obligatoria”, nos decía que el maestro tiene por tarea esencial desarrollar el respeto y el amor a la verdad, la reflexión personal, los hábitos de libre examen al mismo tiempo que el espíritu de la tolerancia; el sentimiento del derecho de la persona humana y de la dignidad, la conciencia de la responsabilidad individual al mismo tiempo que el sentimiento de la justicia y de la solidaridad sociales, y la adhesión al régimen democrático y a la República.
NO, no cualquiera puede ser maestro. A pesar de que la política educativa actual, haya abierto, de manera poco seria y pensada, esta posibilidad, lo cierto que ser maestro es mucho más que aprobar un examen y obtener un resultado de “idóneo”. Idóneo para qué? La idoneidad misma también se construye no se otorga. El que llegue al magisterio a trabajar de maestro únicamente porque no encontró posibilidades laborales en la profesión en que se formó, no puede ser un buen maestro (Jiménez y Coria, 1975). Podrán recibir capacitación para ello, y quizá aprenden las tretas y ardides para sobrevivir en el aula, quizá aprendan la técnica, pero ser maestro, como lo hemos ponderado, es algo serio y no cualquiera puede ponerse los zapatos del maestro.
Un abrazo a los maestros y maestras en su día.

*Doctor en Ciencias de la Educación. Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional-Hidalgo. torresama@yahoo.com.mx

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