Los rezagos y la agenda pendiente al interior del sistema de la Universidad Pedagógica Nacional en México

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Así como en la obra de “Esperando a Godot” de Samuel Beckett, como también en “El coronel no tiene quien le escriba” de Gabriel García Márquez, de esta manera, también la comunidad nacional universitaria de la UPN sigue esperando que el nuevo congreso de las cámaras de diputados y senadores terminen por decidir la definición y el estatuto jurídico para que se emita la respectiva ley orgánica y, para que por fin, el proyecto nacional y la UPN en su conjunto tengan blindaje jurídico para los años que están por venir.
El proceso que se ha vivido hasta ahora, desde la culminación de lo que se llamó el Congreso Nacional Universitario (CNU), ha sido accidentado, con posiciones y perspectivas divididas, con la ausencia de la autoridad nacional; se trata ahora de conformar una instancia que sirva como garante para arribar a un nuevo estadio; además, en el seno de la Universidad, prevalecen grupos y colectivos que con la exageración de sus posiciones ideológicas han terminado por enturbiar el contexto institucional.
Así las cosas, la comunidad de la UPN sigue esperando respuestas y certezas, que, de manera convincente, sirvan para dar oxígeno y nuevos aires de continuidad (de lo que debe seguir), pero también de ruptura (lo que debe cambiar) en el escenario institucional. Bajo este contexto, el clima institucional tanto de la Unidad Ajusco como del resto de las 76 unidades que a lo largo y ancho del país forman parte del espectro de la UPN en México se ha generalizado.
La UPN es la única universidad temática en nuestro país, desde el sector público, encargada de atender todo lo que gira alrededor del abordaje de los asuntos educativos, tanto en la formación de agentes educativos, el estudio a través de la rigurosidad de proyectos de investigación, el diseño de propuestas para la profesionalización dirigidas al magisterio en servicio y el diseño de propuestas de acción y de intervención pertinentes como respuesta a las problemáticas sociales y educativas emergentes y estructurales que prevalecen en el sistema, entre muchas tantas cosas.
De esta manera, y a 45 años del decreto para su creación en el mes de agosto de 1978, hoy en día la UPN es una institución madura, consolidada y con claridad de hacia dónde pretende dirigir sus destinos. Lamentablemente, en la contraparte, y debido a la ausencia de convocatorias para concurso de oposición con la finalidad de seleccionar a las y los mejores candidatos, hoy la UPN ha vivido un fenómeno de de-formación de su identidad universitaria, al contar con una plantilla de docentes en donde cerca del 70% a nivel nacional son profesoras y profesores cuyo régimen laboral es por contrato o interinos y en donde el personal de apoyo (administrativo y de intendencia) cada vez ven amenazados sus derechos laborales conquistados históricamente.
Aún existen algunos asuntos y temas pendientes que no se reducen exclusivamente a la definición de la figura jurídica de la Universidad Pedagógica. Otros temas de la agenda pendiente vienen siendo el cómo establecer un compromiso de basificación para los cientos o miles de académicos que laboran en la Universidad distribuidos en las distintas Unidades y sub-sedes de la Universidad. Las condiciones laborales y salariales y el respeto de los derechos adquiridos y el cuadro de prestaciones son otros temas, los cuales han sido amenazados bajo esta larga espera que no termina.
Vinculados con el punto pendiente de la estructura institucional, otros temas adicionales igualmente importantes vienen siendo las formas de elegir o designar a las autoridades universitarias, rectoría, directores de Unidad, responsables estatales, etcétera. Aquí también existen vacíos jurídicos, en cuyo contexto, habría que reivindicar dos grandes logros: la autoridad educativa que esté al frente de cada Unidad de la UPN deberá ser una persona que cuente con dictamen de basificada o basificado, que cuente con estudios de posgrado preferentemente en educación o temas afines y también dicha persona será electa o propuesta producto de la realización de una asamblea ante todo el personal del ámbito correspondiente. Hacer otras cosas o intentar otras acciones, como ha sucedido en algunos estados con la intromisión de la autoridad estatal inventando reglamentos, no deberá permitirse nunca más.
Dentro de la comunidad existe un número destacado de académicas y académicos que se están jubilando o incluso algunos lamentablemente se están muriendo. No les va a tocar conocer y disfrutar el nuevo modelo de la UPN a nivel nacional, ya con una definición jurídica clara y con un proyecto nacional de desarrollo educativo para el país.
La comunidad nacional de la UPN en estos momentos tiene dos caminos:

a) Continuar bajo esta larga espera y esperar la buena voluntad y la sensibilidad de las autoridades educativas que recientemente han tomado posesión.
b) Organizar mecanismos de manifestación pacífica, para escoger lo que por derecho le corresponde a una universidad pequeña pero importante. Un paro nacional de labores y un paro escalonado pueden ser el inicio; con la intención de ser mirados y escuchados, no es posible continuar con la sordera y la ceguera gubernamental como únicas respuestas.

Después de todo ello, cuando la UPN cuente con una figura jurídica y una ley orgánica, deberá abrirse un complejo proceso de transición, bajo la construcción plural de consensos, no de mayorías versus minorías, sino de mecanismos que sirvan para construir el futuro de la Universidad desde ahora, el relevo generacional, las nuevas líneas de desarrollo y, sobre todo, la identidad universitaria a la que aspira la UPN, sin renunciar al legado de 45 años de existencia.
La tarea no es nada sencilla; habrá que dialogar, negociar, acordar, convencer y consensar; incluso los fundamentalistas, cuya bandera a ultranza es la Autonomía a toda costa, deberán de flexibilizar sus formas de discutir y de actuar, y superar la cultura de la descalificación a la que han incurrido por sistema. En esta nueva travesía en construcción, no existe una sola persona, ni tampoco ningún agrupamiento que cuente con un conocimiento cabal de todo lo que se juega hoy en día en la UPN. Se requiere de la construcción colectiva y razonada y, en ello, mujeres y hombres de la UPN a nivel nacional debemos aportar lo que se pueda para construir, —como decían los antiguos aztecas— el nuevo rostro y corazón para la UPN y, a partir de ahí, seguir avanzando…
El lema de la UPN “Educar para transformar” hoy es más vigente que nunca.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]

Comentarios
  • Samuel Perezgarcia

    De acuerdo contigo maestro. Habrá que actuar porquela espera ha sido muy.larga

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