Los que hablan de cerebro

 en Alma Dzib Goodin

Alma Dzib-Goodin*

Hay personas que se plantan frente a un cámara, o micrófono, y dicen ser expertos en el tema del cerebro. Hablan con hechos profundos tomados de libros del siglo pasado y se asumen como especialistas. Dicen comprender cómo es posible aprender mejor y, dicen también cosas tan bizarras como que hay funciones específicas para cada del cerebro y que en base a eso se debe enseñar. Hay quienes dicen con autoridad que no se debe enseñar a leer antes de los 6 años y que los bebés deben gatear pues eso aumenta su inteligencia. Usualmente venden sus ideas baratas en conferencias caras y les fascinan las cámaras, por lo que los medios les dan amplia cobertura. Yo les llamo: merolicos de mitos.
Es fácil reconocerles, difícilmente pasan de temas anatómicos, no entienden de genética, o fisiología, y menos de epigenética o evolución. Sólo juntan dos neuronas y no saben cómo se engarzan en la realidad, por ejemplo, los procesos de memoria con el sueño, o la relación entre el stress y la memoria, pues son capaces sólo de juntar dos ideas a la vez, por lo que es fácil derrumbar sus ideas. Usan términos simples de los libros que han leído. A veces me pregunto si han estado cerca de un cerebro o de un paciente… ya no decir de un laboratorio… les fascinan los maestros, por alguna razón, porque les van a enseñar cómo aprende el cerebro. Por supuesto no tienen un proceso sistemático detrás de sus ideas, sólo repiten las mismas falacias una y otra vez.
Luego están los divulgadores de la ciencia. Gente bastante más seria, que desafortunadamente, no siempre tienen acceso a los medios, excepto impresos, desde donde se dedican a poner en palabras simples las investigaciones que se llevan a cabo en los laboratorios. Ellos llevan mucho más conocimiento y su objetivo es poner en palabras simples las ideas complejas generadas en los centros de investigación. Ellos llevan un conocimiento más académico y sus palabras están basadas en hechos comprobables a partir de fuentes científicas.
Luego vienen los expertos, a quienes se les puede dividir en dos grandes grupos: investigadores de campo y de investigación básica. Los investigadores de campo basan sus investigaciones en trabajo con pacientes o con gente normal. A veces trabajan con pacientes y buscan reconocer los efectos de drogas o bien, buscar mejores tratamientos en torno a los temas neurológicos, por ejemplo, hablando de niños con problemas del desarrollo, o enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y otros tipos de demencias, o bien a veces sólo buscan reconocer el impacto del ambiente en el cerebro. Tal vez quieran ver el efecto de la música en el cerebro, y entonces piden la participación de diferentes grupos, como pacientes con alguna dificultad acústica y personas sin problemas…
Estos investigadores usualmente se enamoran de una sola y simple área del cerebro y la estudian con gran devoción durante toda su vida. La conocen al derecho y al revés, a veces es un grupo de neuronas o bien un proceso, como la oxidación, el estrés o los canales de calcio, pues ¡hay tanto que aún no se sabe del cerebro!, y es por ello que la investigación de campo tiene tanta importancia.
A ello se agrega, como mencionamos, la investigación básica. En ella se estudia al cerebro en directo, pero en perspectiva. Aquí es donde lo merolicos de mitos caen fácilmente, pues el cerebro no se estudia a partir de sí mismo, eso en ciencia es un problema, no se estudia algo a partir de sí mismo, pues como decir yo soy alta ¿comparado con qué o con quién?, de modo que debe hablarse de un contexto. En este caso el cerebro se estudia a partir de las relaciones que establece con el medio ambiente, el cerebro responde al exterior, no al interior. Da respuestas adaptadas hacia el medio, de modo tal que se vuelve complejo por su infinita capacidad de respuesta, por lo que la investigación básica a de aprender de comprender todas esas correspondencias que hacen que cada día seamos capaces de hacer nuestras actividades cotidianas en las mejores condiciones sin tener que pensar demasiado.
La investigación de campo y básica se publica en revistas especializadas con lenguaje muy técnico, de ahí la importancia de los divulgadores científicos, pues ellos tienen la habilidad para decir de modo simple lo complejo. Desafortunadamente en América Latina no hay muchos, y siempre están a la sombra, pues los medios no les dan cobertura. Usualmente sólo los periódicos de mayor cobertura son quienes pagan sus servicios y, cada vez hay menos.
Recuerdo una entrevista que Fernando Fuentes hizo al Dr. Arturo Álvarez-Buylla, quien es investigador principal del centro de tumores cerebrales de la Universidad de California en San Francisco, y quien ha ganado múltiples premios por la excelencia de su investigación. Cuando Fernando le preguntó cuanto se sabe sobe el funcionamiento del cerebro, el Dr. Álvarez-Buylla le respondió: quizá un 10%, ¡hay un mucho por aprender!
De tal suerte que no podemos decir aún cómo aprende el cerebro, pero con estrategias basadas en los estudios de la neurociencia, podemos crear protocolos de investigación que permitan relacionar los salones de clase con la investigación que se desarrolla en los centros de investigación, tal como se hace en el primer mundo.

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com

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