Los pendientes de la reforma educativa

 en Gildardo Meda Amaral

Gildardo Meda Amaral*

El pasado 25 de febrero se presentó la Dra. Sylvia Schmelkes, consejera presidenta del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), en el Foro de Análisis sobre la Reforma Educativa, organizado por el Instituto de Investigaciones en Políticas Públicas y de Gobierno de la Universidad de Guadalajara.
La participación de Schmelkes fue en suma interesante y bastante crítica, que echa abajo las versiones de algún sector del profesorado, que la califica de instrumento del Estado para que las evaluaciones implementadas por el INEE se apunten en contra de los maestros que no las acrediten.
Por principio de cuentas, Schmelkes enumeró las modificaciones constitucionales que hicieron posible la reforma y que resulta ocioso repetirlas. Posteriormente señaló que la evaluación se concibe como oportunidad de mejora de la educación, ya que regula que los maestros se actualicen y se establezca el Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela. Sin embargo, dijo, la ley no toca el problema de la falta de equidad ni el acceso diferenciado a la educación, que castiga a los pobres, a los indígenas y a los marginados. Un ejemplo de ello es que en México existen 31 millones de mexicanos que no han terminado la educación básica. No se pueden esperar cambios en 1, 3 ó 5 años.
Establece tres condiciones básicas para el éxito de la reforma: recursos económicos suficientes, que en el marco del ejercicio fiscal aprobado para el 2015 y los recortes anunciados, el panorama se ve bastante desalentador; una descentralización a fondo, en la cual uno de los primeros organismos que se tiene que descentralizar es el mismo INEE y, finalmente, voluntad política sobre todo de los niveles intermedios de la burocracia educativa, los gobernadores y los titulares de educación en los estados, que en su actuar contradicen los designios de la reforma nacional.
Un factor importante y que ha obstaculizado la implementación de la reforma, son las resistencias de los maestros y las disidencias magisteriales, aglutinadas en el magisterio democrático de la CNTE, (así lo dijo frente a Juan Díaz de la Torre, presidente del CEN del SNTE), y que ha provocado que el Examen Nacional de Asignación de Plazas no se haya aplicado en Oaxaca y Michoacán.
Otro elemento que se convierte en amenaza de la reforma es el excesivo centralismo y la pesada burocracia, un ejemplo de ello es que al hacer una valoración de los programas complementarios aplicados en la educación básica, se contabilizaron 120 de ellos.
Hasta ahora la convocatoria para tutores -dijo- no han tenido los resultado que se esperaban, sobre todo porque los incentivos para desarrollar esa función no fueron suficientemente atractivos para que los maestros con amplia experiencia en la docencia, se involucraran en ella.
Otra amenaza a la reforma expresada por Schmelkes, es la ausencia de una masa crítica, compuesta por supervisores, directores y personal que realiza funciones de apoyo técnico pedagógico, que atiborran de un excesivo trabajo burocrático al docente, desconociendo que la prioridad es dejar que el maestro haga su labor sin la pesada loza que significa el llenar formularios que nadie lee; además de que los actuales egresados de la normales no forman parte de un sistema renovado. Urge una reforma de fondo en la escuelas formadoras de docentes.
La participación de Schmelkes nos confirma que la reforma es un proceso inacabado, algunos la califican como un vaso medio lleno, en el cual urge que los funcionarios medios de las secretaría de educación conjunten esfuerzos y visiones con los representantes del INEE, para unificar criterios y establecer una ruta de mejora que beneficie al profesorado, quien finalmente es el artífice de cualquier cambio que se pretenda introducir en la educación.
Quien escuche a Sylvia Schmelkes hablar sobre la reforma educativa, sin duda alguna suscribiría su visión y las posiciones que al respecto formula, sobre todo en lo que se refiere al Sistema Nacional de Asistencia Técnica a la Escuela. Sin embargo, habría de preguntarse si es que esos afanes de apoyo y no punitivos son compartidos por los funcionarios de la Secretaría de Educación Pública. La incierta respuesta a ese cuestionamiento es lo que nos intranquiliza y nos llena de zozobra y se convierte en el gran pendiente de la reforma educativa.

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Tlaquepaque. gildardo.meda@upngdl.mx

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