Los anillos de Saturno

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

El primer acercamiento personal al mundo de la ciencia fue en la escuela primaria.
Desde el mesabanco aquel por el que habían transitado otras generaciones de niños; la didáctica vigente: la mirada contemplativa y la escucha crédula, algo lejana la experimentación científica y la promoción de la actitud indagadora.
Corre ahora la imagen de los profesores de tercer a sexto grado con pertrechos de gis y voz desapasionada explicativa; aparecen también una secuencia de ilustraciones y póster de pared, los libros de colores de Ciencias Naturales y Ciencias Sociales.
Los aparatos digestivo, respiratorio, circulatorio,el esqueleto y el sistema óseo entre otros.
Después, la difícil tarea de encontrarlos en la papelería para después hacer la reproducción a golpe de lápiz y borrador.
Pósters en papel brillante, póster en tela plástica expuestos a la mirada infantil.
El supuesto educador de que a través de la mirada y el repaso constante vendrían luces del entendimiento sobre los difíciles caminos del pensamiento científico.
El viaje imaginario al universo y al sistema solar de nueve planetas. La ubicación en el espacio, el amor inicial al planeta que habitamos, nuestra Tierra; la admiración por el gigante Júpiter, la mirada de soslayo por el pequeñín y caliente Mercurio, el frío entonces planeta Plutón.
Enhorabuena por las monedas que permitían hacer las circunferencias estandarizadas.
Las dificultades para dibujar Saturno, qué difícil dibujar los anillos, ser copistas y reproducir los colores a la luz de una lámina comercial, qué asociación oportuna para el momento de la memorización: sólo este gigante planeta cuenta con anillos.
Galileo Galilei y el descubrimiento de Saturno en 1610; el espíritu explorador del universo años después del descubrimiento de América, la fácil imaginación, la difícil concreción del sistema solar y su familia de planetas por más bolas de Unicel que insertarąmos en los alambres.
Los niños y niñas contempladores del cielo y las estrellas, el arte de escuchar historias de madres y padres bajo el manto de las noches, que a veces regalaban alguna estrella fugaz.
De aquella generación de escolares pueblerinos primarios y secundarios ninguno pudo observar por la lente de un telescopio; la televisión y su estridencia colonizaron los ojos y oídos, la pantalla como informante de aquellas imágenes de acercamiento a los cuerpos celestes pobladores del espacio, el bloqueo de las mentalidades de los tiempos aquellos de creer en marcianos y ovnis.
El clima de orgullo coyuntural, el orgullo textual en la prensa y de noticieros radiofónicos y televisivos, los ecos de la llegada del hombre a la Luna y los niños aquellos coleccionistas de cartitas para llenar álbumes.
La curiosidad extendida que generaban los anillos de Saturno. La cualidad de este planeta, su gran fuerza de gravedad, sus anillos de colores aparentemente restos cósmicos y de hielo suspendido.
La mirada de dibujos, la mediación del cromo, el primer estudio de la ciencia como abundante imaginación cuando no se tenía conocimiento de instrumentos como el telescopio.
La crisis de la educación científica en la escuela primaria, ciencia platicada por el maestro que también ha aprendido de leídas o de oídas.
Más tarde, el laboratorio poco utilizado en la escuela secundaria, los pocos experimentos como acto de magia, la manipulación condicionada del instrumental plagado de “tengan cuidado”, “quien rompa algo lo paga”, el entonces acercamiento a las teorías de la generación espontánea, de Oparin sobre el origen de la vida, de Carlos Darwin y el origen del hombre y las especies animales, del Big Bang, las variadas veces en que se elaboraron cartoncillos para exposición de las taxonomías de fanerógamas y criptógamas, de mamíferos, aves y peces de las eras geológicas, la incomprensión paleozoica adolescente, la ilusión paleozoica del abúlico profesor de Ciencias Naturales que pretendía aprendizaje de la simple lectura del libro de texto.
Los egipcios, griegos y romanos, los mayas Galileo Galilei, Copérnico, Ticho Bracho, Newton, Einstein, entre otras fuentes, las piezas para entender algunas leyes del universo.
El microscopio sobre el que se observó el paramecio en una muestra de agua contaminada, el mundo de la microbiología y los riesgos para la salud humana.
El progresivo reto de educar el ojo humano para observar los fenómenos naturales, las temporadas de lluvia, el sol, la luna y los eclipses, el comportamiento humano en los temblores y ciclones.
La escuela y la vida, la vida y la escuela, el puente dialógico a veces roto por cierto tipo de prácticas educativas que abonan mal al desarrollo de las habilidades de pensamiento, pensamiento científico y pensamiento crítico.
La construcción de las zonas de desarrollo próximo, los anillos de saturno para el desarrollo intelectual de los sujetos en condición de aprendices.
La comprensión de los procesos que siguen los niños, niñas y adolescentes y la construcción de las nociones importantes; el negado lugar para la experimentación y la práctica del método científico en las aulas, laboratorios y contextos.
Mientras tanto, en la estela del anteayer, otro día del maestro más de un SNTE que debe el cambio y la democracia a sus agremiados.
Los maestros y maestras, divisa política de salivosos pseudolíderes repetidores en moralidad social y de autoridades reprobadas en significación de práctica docente, encubiertos en trajes y con parafernalia falsa; al sonido de las medallas Rafael Ramírez y Manuel Altamirano, el premio simbólico al ejército posmoderno de la ilustración.
Los maestros y maestras objeto de convocatoria sutil, campaña anticipada en los tres niveles de gobierno, en el reparto de candidaturas con la soberbia de quienes hacen pirotecnia de los aires no verificados del poder absolutista detrás de la fachada y arreglos de la instituciones hacedoras de democracia.
Saturno como objeto de estudio astronómico, desde la mirada inquieta del italiano Galileo Galilei (siglo XVII) a la aportación del escocés James Clerk Maxwell (siglo XIX), hasta los recientes avances de Sascha Kempf (2023) de la Universidad de Colorado, Estados Unidos.
Saturno y sus anillos más jóvenes que el mismo planeta al que rodean; el universo, el cosmos, como objetos de estudio para enriquecer aquellos saberes primarios, los otros temas para subir en la espiral de la ciencia y a manera de anillos coloridos expandir nuestros propios límites en la permanente búsqueda de respuestas.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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