Los adultos mayores y su inutilidad social
Marco Antonio González Villa*
Es imposible no verlo. Cada vez más observamos en las puestas de los jardines de niños o de las escuelas primarias a personas que se encuentran dentro de la clasificación de adulto mayor. También los podemos ver de empacadores en diferentes centros comerciales o bien, impartiendo clases en escuelas de diferentes niveles educativos, aunque en realidad hoy se encuentran trabajando prácticamente en cualquier lugar.
¿Cómo fue posible que ocurriera una situación así? Y Aquí viene una respuesta clásica: tenemos una buena y una mala. Por el lado de lo bueno, tenemos que los avances médicos han incrementado el promedio de vida de las personas, el cual se encuentra por encima de los setenta años. Por el lado de la mala, encontramos que la eliminación de la jubilación y el cambio en el régimen de pensiones ha dejado vulnerable a este sector de la población. Para aquellos que reciben AFORE, y dados los bajos ingresos que percibe en lo general un trabajador durante toda su vida laboral, es obvio que el ahorro que pueden reunir alcanza solamente para, según diferentes estimaciones, para dos o tres años posterior a su separación del sector laboral, lo que los deja desprotegidos y en la necesidad de buscar trabajo para poder tener un ingreso que le garantice sus necesidades básicas en sus últimos años. Para aquellos que reciben jubilación se ha ido incrementando el número de años necesarios para acceder a dicha prestación, así como se han condicionado los porcentajes de salario que se percibirán al término del ciclo laboral, razón por la cual muchos muchas personas deciden continuar trabajando para que el sueldo que reciben no se vea disminuido y sea afectado su nivel de vida.
Un modelo económico basado en la competencia, y en el sentido utilitario de las personas, seguirá obligando a todos los adultos mayores a mantenerse activos y sin la posibilidad de descansar pese a haberse ganado ese derecho, o por un simple sentido de justicia social.
Es por lo previamente señalado que resulta más incomprensible el video que, en su ya acostumbrada guerra sucia de las campañas electorales, hace ver como un inútil a alguien cuya edad es de 64 años en este momento, de hecho todavía no se encuentra dentro del grupo de adultos mayores, mostrando una total falta de respeto y consideración para este tipo de personas y muy poca inteligencia al momento de brindar su justificación. Pero, debemos considerar este error como un acto irresponsable de un joven Lozano de 55 años, futuro ladrón, según sus propias palabras, cuando baje su sueldo al momento de retirarse… a menos que decida seguir siendo un político inútil de 65 años. Así de incongruentes somos los seres humanos ¿no? ya lo veremos.
*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]
El autor es un empobrecído mental y de corta visión educativa.
Los grandes sabios fuero “adultos mayores”
Los Filósofos, Científicos, Educadores, … etc.
De donde un inverbe académico postula su artículo como panacea.
Ese es precisamente el punto. Históricamente las personas mayores han sido objeto de veneración por su experiencia y sabiduría, en muchas culturas eran los encargados de dirigir a la sociedad por todo lo que habían aprendido en la vida, y ahora, además de no reconocerles éstos elementos se les ha obligado a seguir siendo productivos en el más vil sentido económico. Llega entonces un político a cuestionar su capacidad y su lugar social, por lo que es necesario señalarlo y recordarle la enorme importancia que estas personas tienen para todos, menos para él, en lo social
Incongruencia y una total falta de moral y ética. Qué más se puede esperar, además de lo demostrado en los últimos años, de esos funcionarios que, en cada acto disfrazado, sólo demuestran el verdadero interés que persiguen, Pero bueno, solamente son los políticos que “van a” crear mejores condiciones laborales, disminuir la brecha de desigualdad, combatir la inseguridad y un largo etcétera; demostrando que son capaces de hacer lo que sea, como descalificar a una persona y, peor aún, a todo un sector tan importante, pero lamentablemente olvidado, de la población. Y es justamente por eso que se atreven a realizar este tipo de actos; además de preguntarnos, ¿qué es lo que estamos permitiendo? Sería importante responder, ¿por qué lo seguimos permitiendo? Sin duda, el hecho de discriminar y olvidar, no sólo a los adultos mayores, sino a otros grupos, se ha convertido en una práctica frecuente en las personas; la cual es importante desaprobar y denunciar como en este artículo, para, entre otras cosas, dejar de promover acciones irresponsables y deleznables por parte de los gobernantes.