Lorena Ramírez, ejemplo de sacrificio y talento natural

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

A quienes siguen las notas deportivas, en especial deportes tan populares como el futbol, el basquetbol, el futbol americano, el béisbol, el box o todo el espectáculo que significan los mundiales de futbol o los Juegos Olímpicos ahora en puerta, cualquier hazaña de personajes como Messi, Ronaldo, “Canelo” Álvarez, Lebron James o “Cabecita” Rodríguez referente del tan ansiado campeonato muchas veces negado al Cruz Azul, el nombre de María Lorena Ramírez Hernández, de seguro les resultará tan ajeno por varias cosas: entre otras por ser mujer, por no aparecer en alguna revista de escándalos, por no tener redes sociales y presentarse como una frívola Influencer y, la más evidente, por ser indígena.
Lorena Ramírez es una mujer de 26 años perteneciente a la etnia Rarámuri originaria del municipio de Guachochi en el estado de Chihuahua, reconocida mundialmente después de haber ganado una carrera de 50 kilómetros con un tiempo de 7 horas y 20 minutos en 2017 y por sus participaciones en ultra maratones en México y España sin equipamiento deportivo convencional, lo hace con unas simples sandalias y ropa tradicional de su comunidad.
Quienes conocen el accidentado terreno de las Barrancas del Cobre y lo complicado que resulta poder caminar o correrlas entiende perfectamente que los logros de Lorena están más allá de cualquier hazaña de algún deportista reconocido mundialmente, principalmente por sus condiciones físicas, su alimentación y el entrenamiento que realiza desde su sentido común.
Todo lo logrado en los últimos cinco años no le ha valido algún tipo de mención por las autoridades de gobierno que año con año entregan el Premio Nacional del Deporte cada 20 de noviembre, al contrario, no es parte del grupo de deportistas élite que reciben becas y apoyos económicos gubernamentales o ingresos por patrocinios comerciales.
Sabemos de sobra que la educación física y el deporte no son prioridades en los procesos educativos escolares, si bien hay una carga horaria semanal en el currículum, el problema es la falta de sistematización para que ello se convierta en una práctica común a lo largo de la vida de las personas, amén de su articulación para la búsqueda de medallas olímpicas.
Con el caso de Lorena se ponen en evidencia muchos de los vacíos y debilidades de las instituciones y los organismos encargados de educar, fomentar y promover los talentos en México, no sólo en el deporte, sino en todos los campos del conocimiento.
Es de sobra sabido que mucho del talento en México (por no recibir los apoyos e incentivos para desarrollarse) termina por emigrar a otros países, principalmente EEUU y Canadá, aunque también a Europa, eso lo vemos en las noticias cuando de pronto aparecen estos mexicanos en proyectos donde se desarrolló alguna innovación o se inventó algo. Gobiernos van y vienen y ese fenómeno se sigue acrecentando para desgracia de la probable ciencia, tecnología, cultura, deporte, etcétera, que puede generarse para beneficio de la sociedad mexicana.
No por algo somos un país dependiente de mucho de lo que importamos y, porque no tenemos capacidad para producirlo al no apostarle al talento nacional. Ojalá y pronto se pongan las pilas los responsables de ello y focalicen todas las energías para promover e incentivar el talento de niños, niñas y jóvenes para que logren desarrollar hazañas tan grandiosas como las de la joven Lorena.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

Comentarios
  • Victor Ponce

    Podemos movilizarnos lo para exijir justicia, Lorena Ramírez debe recibir el premio nacional del deporte. Tus argumentos, querido amigo Jaime, son más que suficientes

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