Lo que no hay y lo que falta: realidad desnudada por la ficción

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

En las últimas fechas apareció la serie “Adolescencia”, en una de las plataformas más reconocidas de contenido visual, la cual ha llamado la atención de muchas personas quienes han escrito diferentes análisis y emitido opiniones en torno a la temática central de la serie.
Lejos de seguir la tendencia y sumar un análisis más, me centraré en esos elementos que, desde la ficción, reflejan o desnudan diferentes circunstancias que se viven en el ámbito educativo y social en México. Es necesario entender que, obviamente, existen diferencias propias de la geografía, la economía y la cultura de cada país; sin embargo, hay elementos que podemos asir de nuestra realidad. Primero lo que falta.
Siempre que vemos imágenes de escuelas de países del primer mundo, observamos la diferencia clara en el número de estudiantes que atienden las y los docentes: las escuelas públicas de México suelen atender la masificación que limita la valoración cognitiva de cada estudiante; sigue siendo una constante en los últimos años.
La inmediatez con que actúan los servidores de la ley ante un crimen es algo que muchos países latinoamericanos deseamos tener, sobre todo cuando trabajan bajo los preceptos de la ley y el mantenimiento del orden público. Nos hace suspirar igualmente por la erradicación de la impunidad.
Ahora lo que desnuda. En la serie se observa un fenómeno que muchos de los que nos dedicamos a la educación hemos podido observar: cuando las madres y los padres desconocen por completo la forma de comportarse de sus hijos o hijas cuando salen de casa. Frases como “yo sé cómo es mi hijo” o “pues en casa nunca hace eso” son palabras que reflejan una negación, necesaria porque admitir el mal comportamiento de sus hijos evidencia su fracaso u omisiones parentales.
Un fenómeno que ha ido también en aumento es el rebasamiento de las redes “disociales”, valga el término, dado que, lejos de fortalecer el tejido social, lo disocia a unos de otros, al mismo tiempo que hace que muchas personas se disocien de sí mismas.
El último punto que quiero recuperar, por el impacto y repercusiones que tiene, gira en torno a la decisión de estudiantes de portar y usar armas; CCH Naucalpan vivió recientemente dos eventos por portación de armas de estudiantes, en donde, por su cuenta y sin conciencia de las consecuencias de sus actos, no dudaron en hacer uso de ellas, evidenciando una ausencia de todo sentido ético, así como la falta de educación y de valores, en donde padres y madres tienen mucha responsabilidad.
Así que, nuevamente, el éxito de la serie implícitamente es debido a la cercanía que tiene con las experiencias de vida de muchos actores sociales reales. Tal vez sea una buena idea recuperar historias vividas en diferentes escuelas y hacer una serie que tenga mayor impacto que la que se encuentra vigente en pantallas. Habrá que pensarlo, ¿no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]

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