Lo interpsicológico y la desvalorización del saber
Marco Antonio González Villa*
Hablar de lo interpsicológico nos lleva a pensar en Vygotski, para quien la conciencia humana tiene un origen y naturaleza social, por lo que el desarrollo de los procesos psicológicos superiores, a través de una mediación semiótica, es precisa e inicialmente externa, interpsicológica, y sólo posteriormente interna y propia, intrapsicológica.
Un abordaje de dichos procesos a través del método genético, que considera las dimensiones filogenética, ontogenética, histórico social y microgenética, permitiría dar cuenta de lo que integral y subjetivamente constituye a un ser, a un individuo, pero sin permitir identificar aquellas variables que determinaron su elección por una actividad particular, recordando que para Vygotski la actividad, como categoría de estudio, sintetiza y coagula tanto su componente conductual manifiesto como los procesos psicológicos implicados en su realización.
¿A qué me refiero? Ontogenéticamente una persona decide y trabaja para sí en el desarrollo de habilidades y adquisición de conocimientos particulares, por un factor de motivación, ya sea, nuevamente, interna o externa, pero no necesariamente la valoración que se hace para apropiarse interpsicológicamente de un saber o habilidad es válido desde un punto de vista académico y/o intelectual; social sí, pero lógicamente no todo lo social dispone de una base racional que favorezca la maduración cognitiva que las escuelas desarrollan.
Así, el entorno social de niños, niñas, adolescentes y, aun, muchos adultos, dispone de muchos modelos de los que se apropian y toman para sí algunos elementos, de conocimiento y/o habilidad, carentes de fundamento o de un impacto cuestionable, como son algunos influencers, youtubers, tiktokeros, entre otras personas que encuentran en las redes sociales un nicho para tener seguidores y promover la ignorancia impunemente, así como también internalizan ideas, conceptos y significaciones sin un fundamento válido de sus padres y/o madres. Es aquí donde lo significativo juega duro y chueco al papel de las escuelas, al desarrollo de los menores y al saber validado.
Cada vez hay más estudiantes que cuestionan la religión, la política, el sentido de la vida o de la escuela, el papel de la familia, la moral y la ética, pero sin tener una formación o estudio, desde lo ontogenético, que basa de manera sólida su postura: sólo se apropian de ciertos referentes lábiles con los que creen argumentar o dar pelea en una discusión, sin percatarse de la banalidad presente en “sus” ideas… los saberes válidos y fundamentados son así desvalorizados.
De esta manera, ser lector de textos con sustento, evidenciar un agudo pensamiento crítico y la abstracción, así como defender la construcción de un sentido ético o detentar honrosamente una postura moral, son opciones interpsicológicas que parecen cada vez más lejanas, física y psicológicamente para cientos de estudiantes, dejando nuevamente en el docente la última opción de tener un modelo para internalizar a través del ejemplo.
Todo se puede aprender de otros, diría el psicólogo ruso, pero todo es una categoría tan ambigua, tan amplia y con tantos matices que deja dudas y abre cuestionamientos en torno a la desvalorización del saber que lo interpsicológico puede generar o promover. Siempre dependerá de las personas a las que miramos y nos importan, aquellas que se consideran importantes y que; lamentablemente, no todos son buenos ejemplos ¿o sí?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]