Lo ideal: ¿meta, deseo, fantasía o irrealidad?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

En la teoría de la Gestalt de la Psicología, encontramos las llamadas leyes de la organización perceptual, en las que básicamente se señalan criterios subjetivos que por lo general emplean las personas para percibir los objetos, los hechos y las personas. Una de estas leyes es la llamada buena forma, que refiere a que toda persona tiene dentro de sí una idea subjetiva, propia, desde la cual emite un juicio de valor sobre precisamente los objetos, los hechos y las personas, para considerarlas ideales o no. Así, podemos calificar cosas tan simples como un taco ideal, una película ideal, un libro ideal, hasta aspectos más complejos como sería la pareja ideal, el trabajo ideal, una casa ideal… un gobierno ideal. Todo es calificable y, en ese sentido, no le cuesta nada de trabajo o esfuerzo a las personas brindar su calificación, ya que somos tendientes a emitir juicios sobre todo, todo el tiempo.
Pero darle a algo una calificación de ideal, pese a lo fácil que es decirlo y pensarlo, no es tan simple en la experiencia práctica cotidiana, básicamente por dos razones: 1) lo que se experimenta, lo que se siente al tener o lograr lo ideal, o no, y 2) la falta de consenso.
Con relación a lo primero, lo ideal suele convertirse en un deseo, como un taco ideal, una ropa ideal, un automóvil ideal, o bien se plantea como una meta, como una vida exitosa ideal, el trabajo ideal, como referí antes, el matrimonio ideal. De conseguir o lograr cualquier opción pensada, imaginada, fantaseada, se vive una suerte de satisfacción, de dicha, alegría o, incluso, felicidad, pero de no obtenerse o lograrse, la frustración o la molestia puede ser mucha. Aunque los sueños y las fantasías pueden ser un gran motivo de impulso en la vida, deben ir impregnados irremediablemente de realismo para que puedan ser posibles: mi vida ideal no puede ser casarme con la modelo más guapa del mundo o jugar con el equipo de fútbol de mis amores teniendo más de 50 años; son fantasías bonitas, pero no pueden ocupar el lugar de ideales en mi vida, si no, sin duda viviré frustrado. Igual suerte se correrá si todos compran la idea del mismo ideal, algo que es común en las sociedades occidentales.
EL otro punto, la falta de consenso en el ideal, genera más división, polémica y diferencias, porque se tiende a radicalizar la postura o pensar que uno piensa correctamente y los demás no. Pensemos en los siguientes ejemplos: ¿cómo es un docente ideal?, ¿cómo sería un estudiante ideal?, ¿un supervisor ideal?, ¿un secretario de educación ideal?, ¿una mamá o un papá ideal?, ¿un modelo o escuela ideal? En cada una de las opciones, cada uno tiene su postura y desde ahí calificamos. En estos ejemplos, en torno a lo educativo, seguramente los docentes, los directivos, el gremio político, mamás y papás, los y las estudiantes tienen su propia idea, su propio ideal; faltaría analizar, obviamente, quién tiene la razón, pero, como ya señalé, no es fácil sin consenso.
Los ideales son tan lejanos como uno quiera, posibles o inalcanzables, bonitos pero irreales como el ideal perfil de egreso de cada nivel educativo, impuestos como el ideal docente que imaginan las figuras parentales y los mandatarios, una meta y una satisfacción si hay disciplina y constancia; una carga y un eterno dolor si no se logra…el ideal siempre es o será la mejor versión posible de algo o alguien. ¿Cómo sería un medio electrónico ideal que verse sobre educación? Es mi punto de vista, pero educ@rnos califica bien para mí, pero me interesa el consenso. Charlemos.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]

Comentarios
  • Eva Guzman Guzman

    buen analisis filosofico del concepto ideal

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