Llegaron los libros y la cultura. La semana de la FIL
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Ya se ha hecho una grata tradición, que la última semana del mes de noviembre y los primeros días del mes de diciembre de cada año, se viva la fiesta de los libros en nuestra ciudad. Esta nueva edición de la FIL se vive bajo la orfandad de su original promotor y en el acto de inauguración ha sido elocuente el discurso del Rector general de la UdeG, Ricardo Villanueva.
El hecho de vivir una feria de libro no es cualquier cosa, el programa amalgama tres grandes iniciativas:
a) La de la industria editorial de los libreros que vienen a vender y a intentar generar nuevos compromisos comerciales en la distribución de libros y de otros materiales editoriales.
b) Del mundo de los académicos que buscan los títulos y los temas de sus líneas de interés e intentan hacer vínculos con pares docentes e investigadores de otros lugares.
c) El público en general, los curiosos y lectores esporádicos o potenciales, que asisten a la Feria con la intención de conocer algo nuevo, nuevas experiencias.
El asunto del consumo de libros o la lectura de libros y otros materiales en formato físico (como se le llama), hoy en día es especialmente pertinente, con el acelerado auge de los formatos electrónicos pensados en consumir textos incluso con el boom de la llamada inteligencia artificial, etcétera.
Los jóvenes cuyo horizonte social y educativo está permeado fuertemente por la influencia de una sociedad cada vez más tecnificada e hiperconectada a las redes tecnológicas, este evento es especialmente relevante por sus significados. El asistir a esta Feria o a cualquier librería en cualquier época del año y abrir un libro, olerlo, comenzar a leer de manera lineal o a saltos o como sea, es el contacto directo con la cultura. El libro conecta en automático a los sujetos con mundos que sólo están ahí, al abrir el texto, al leerlos y desmenuzarlos. ¿Los libros son caros? Puede que lo sean, pero también hay libros baratos de 10 y 20 pesos, lo importante es conectarse con el mundo de la literatura, de todo tipo de literatura por esta vía del texto clásico de tinta y papel.
Me llama la atención de cómo la Secretaría de Educación en el estado, con toda su alharaca supuestamente cultural y académica no tenga una postura pública que sirva para darle claridad acerca de cuál es su posición ante este evento. En colaboración con la UdeG organizadores centrales del evento, se pudiera organizar un diálogo, una mesa de discusión etcétera.
En esta ocasión el espacio educativo de la FIL sólo servirá para analizar los libros de texto el lunes 26 por la tarde. De ahí en más ya no habrá nada. El formato de la FIL se va conformando con las propuestas y aportaciones de los centros universitarios, de las distintas áreas y departamentos, dichas temáticas no son arbitrarias, obedecen a una lógica de coyuntura, pero también a partir de las fortalezas de la propia universidad.
Es bueno asistir a la FIL; aunque sea para hojear libros y para asistir a escuchar a escritoras y escritores consagrados que han aportado a la cultura en estos tiempos de profundos cambios, y de un divorcio muy grande con el mundo de las letras y la cultura en general.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]