Lentes

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

Oportuno artefacto, mediante un eficaz uso de la óptica, los lentes permiten a los miopes volver a ver. También quienes padecen astigmatismo y otras rarezas de los ojos. A través de un intrincado sistema (que en realidad es muy sencillo) de cristales cóncavos y convexos sostenidos por un armazón y engarzados a las orejas y el tabique nasal del portador, la visión se desvela a los usuarios.
En su momento, la gente sólo se resignó a la distorsión y la tiniebla. Los estudios evolucionaron hasta hacer la realidad sujeta de aprehensión visual.
Hay gente que prefiere no usarlos, tal vez siguiendo a Nietszche, quien dijo que la realidad no existe, sólo la interpretación que hacemos de ella.
Los lentes dotan al usuario de una personalidad. Los estetas recomiendan ciertos armazones según el tipo de cara. John Lennon no sería lo que fue sin la redondez de sus lentes. Los pilotos aviadores y los policías de tránsito los usan sólo para oscurecer las cosas y ocultar las intenciones de sus ojos tras la negrura de sus micas.
Los ojos se ven aumentados detrás de ciertos cristales. En los niños resultan objetos de compasión, mientras que en los ancianos se obvia y desinteresa su presencia.
Cuando están dañados gozan de carácter. Expresan que su portador no cree en la perfección de las cosas. O que no tiene el recurso para su reemplazo.
La salud visual es uno de los padecimientos más comunes en el mundo hiperplástico que habitamos. Todo es imagen y color. La publicidad se vale de atropellos a los ojos para difundir sus mensajes. Y los dispositivos de comunicación obligan el exceso de su manipulación. Lo primero que hacemos al despertar –y lo último antes de dormir– es encender el teléfono para lastimarnos los ojos.
Los invidentes se pierden de gran parte de las cosas. Aún ellos, recurren a los lentes quizá para evitar las miradas de los otros: irónico que quien no ve, sea visto con descomunal ahínco.
Los lentes se han convertido en objetos imprescindibles bajo hábitos que obligan la precisión de la mirada: manejar, atender los correos electrónicos, interpretar el esmerado aspecto de los otros (cuyo atuendo obedece a una minuciosa pretensión comunicativa). Son objetos que nos introducen al mundo, nos instalan, nos permiten delimitar la auténtica dimensión de las cosas.
Un mundo sin lentes es un mundo hostil. Tal vez se trate de su verdadero rostro.

*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]

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