Las ventanas de las escuelas
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Las ventanas es una forma poética, incluso metafórica para referirse a lo que está afuera, y lo aquí está adentro. Las ventanas de nuestras escuelas (en donde existen) casi siempre están cerradas, no permiten la entrada de la luz natural, del aire fresco, de las ideas nuevas. Una sociedad sin ventanas es un mundo que se cierra a la posibilidad de que puedan respirarse los vientos nuevos, los vientos frescos.
La ventana es el horizonte que separa lo que está dentro de lo que está afuera, es la frontera entre la libertad y la prisión, es el cerco que permite acercar o alejar los afectos, los abrazos, el deseo, la búsqueda de lo que está afuera que no se conoce pero se desea conocer, en contraste con lo que está dentro que gran parte ya es sabida o aprendida.
Las escuelas nuestras (a las que asistimos todos los días, en las que laboramos, en las que investigamos, las que sirven de pretexto para reflexionar y escribir) se han olvidado de las metáforas, del lenguaje cifrado, del recinto como “templo del saber”. En las escuelas la ventana (más que la puerta), es el componente central de su composición artística, poética, educacional.
Un niño que mira por la ventana se mira a sí mismo a partir del alejamiento, del llegar a un lugar que no conoce y de alejarse del mundo rutinario, predecible, conocido, autoritario y perseguidor. La mirada desde la ventana en cada escuela es la invitación a correr, a desplazarse, a escaparse, a salir huyendo del tedio del salón de clase. Adentro de la ventana se respira el olor propio de cada escuela, afuera, de la ventana se respira diferente el olor es diverso, es plural, es cambiante, adentro el papel arrugado, los sacapuntas que no cesan de trabajar, los residuos de basura escolar es un olor característico, hermoso, pero monótono, afuera de la ventana es la diversidad y la característica de lo impredecible su constante.
Invitar a los niños a colocarse en las ventanas de sus escuelas e invitarlos al silencio y a la composición (dirían desde el discurso religioso) a la contemplación, es tratar de ir en la búsqueda de eso que no se sabe, que no se tiene, que no se logra. Se trata de comenzar en que los docentes de cada escuela se coloquen primero en un lugar de la ventana y desde ahí (se) miren en calma, sin prisa y con asombro (se) busquen a partir del deseo y traten de responderse ¿qué hacen ahí?, ¿quién les dijo que son educadores? Y, ¿en qué consiste la tarea de educar? Colóquense en las ventanas de sus escuelas y háganse las preguntas.
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. [email protected]