Las escuelas de puertas pa´dentro

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Hace unos años una de nuestras colaboradoras (Alma Dzib Goodin, QEPD), hablaba de los hospitales, cuyas reflexiones se centraban en la importancia de su atractiva apariencia, y que eso los hacía más amigables con los pacientes, principalmente con los niños, en esta apariencia tenía que ver la distribución del espacio, el diseño de las áreas, el estilo de construcción, las fachadas y los colores seleccionados, concluía (en sus observaciones) que lo agradable de los espacios hospitalarios ayudaba a disminuir el estrés en los pacientes y, como consecuencia, influía positivamente en la recuperación de la enfermedad.
Algo parecido, supongo, debiera suceder en los espacios escolares, cuyo aspecto físico influye, positiva o negativamente, en los aprendizajes y las relaciones interpersonales de docentes y estudiantes, sobre todo, si estos espacios están en óptimas condiciones, con mobiliario completo y cómodo, áreas comunes amplias, aulas y fachada con colores agradables, ausentes de contaminación visual, basura y grafiti, así como áreas verdes con suficientes árboles, flores y pasto que contrasten con el cemento, los ladrillos bastos y le puedan dar equilibrio visual a las escuelas.
Las escuelas tienen que ser lo suficientemente atractivas para que, con ese solo hecho, motive a estudiantes a asistir con gusto y alegría, desgraciadamente no es así, las escuelas son muy diversas en todo: en tamaño, forma arquitectónica, colores, diseño, orden, limpieza, distribución de los espacios, contextos donde se encuentran ubicadas, etcétera; en esta variedad, lo mismo hay unas donde lo que sobra es espacio, incluso hasta cancha de futbol profesional tienen, otras sobreviven en terrenos reducidos que las hace parecer centros carcelarios, unas más trabajan al aire libre y, en los peores casos, lo hacen en casas o bodegones donde el hacinamiento es el menor de los problemas.
Hace unos días, antes del regreso a la presencialidad, se habló que la mayoría de escuelas no estaban en condiciones para recibir docentes y estudiantes, y que, así como unas solo requerían de pintura y limpieza, otras necesitaban de cirugía mayor, ya porque fueron vandalizadas o estuvieron en el abandono y sin que nadie se responsabilizara de su mantenimiento en los 17 meses de soledad.
Sabemos que no es fácil, pero está en los directores de cada una de las escuelas gestionar los requerimientos y las necesidades que éstas necesitan, sabiendo de entrada que no hay recursos suficientes en la SEP y en las secretarías de educación de los estados para ello, pero hay otros niveles de gobierno, políticos “queda bien” y en campaña permanente, asociaciones, fundaciones, empresas, caciques generosos, ricos de abolengo, beneficiarios a las buenas causas, en fin, de que los hay, los hay, solo hay que buscarlos y convencerlos para que hagan su buena obra a cambio de muy poco, solo del reconocimiento.
Lo cierto es que, el espacio físico de las escuelas influye y no se puede negar, por lo cual su atención es básica para mejorar el desarrollo de habilidades y competencias educativas en los estudiantes; una escuela limpia, ordenada y con espacios suficientes siempre será mejor que aquella que carece de todo y donde el desorden y el hacinamiento es lo que las caracteriza o, como decía un directivo de secundarias en Jalisco: “si un director no es capaz de tener áreas verdes óptimas en las escuelas y la limpieza de éstas, no será capaz de cualquier otra acción educativa”.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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