La satisfacción como condición humana: entre el cuerpo y lo social
Marco Antonio González Villa*
La palabra satisfacción puede tener diferentes formas de entenderse y definirse, pero regularmente la asociamos más con aspectos biológicos que psicológicos. En terrenos del cuerpo, lo biológico, obviamente, se liga a una necesidad que precisa ser satisfecha cuando sea saciada; así el hambre, la sed e incluso el sueño pueden satisfacerse: cada una de estas necesidades es de carácter instintivo y, como bien decía Freud, requieren de inmediatez en la satisfacción, o el cuerpo generará malestar y/o enfermedad, y sólo hay una forma de poder exclusiva de colmarlas: hambre-comer, sed-beber líquidos, sueño-dormir, como podemos observar.
Sin embargo, si consideramos el aspecto social y una condición humana que nos ubica por encima de los animales, tenemos que señalar que la satisfacción adquirió una posibilidad más a través de la vía psicológica. De esta manera, hoy podemos hablar de una satisfacción personal, dándonos un sentido de persona, que se liga al logro, al triunfo, a alcanzar un estado de bienestar, a una sensación de plenitud, a la obtención de un bien o servicio, entre otras opciones que van más allá de lo meramente biológico, teniendo entonces más posibilidades de poder ser satisfechas, pero cuentan, al mismo tiempo, con una restricción que las aleja o dificulta para diversos sectores de la sociedad. I can´t get no satisfaction dirían a manera de denuncia los Rolling Stones.
Al estar vinculada este tipo de satisfacción con necesidades de carácter psicosocial, entendemos que no son naturales, son construidas y, por ende, aprendidas, aunado a que precisan de reunir una serie de condiciones para saciarlas. Lamentablemente, tal como había señalado Maslow en su pirámide de necesidades, hay cuestiones que son primarias, básicas, importantes, vitales, que van por encima de cualquier construcción psicológica. Y así, el contexto social de cada persona se vuelve un determinante y un garante, limitante al menos, de lograr tener un tipo de satisfacción que es estrictamente humana, que no poseen los animales.
La mayoría de las satisfacciones psicosociales que podemos experimentar van de la mano de la preparación académica, del esfuerzo por años para lograr cierto tipo de metas, de contar con recursos económicos, de trabajo realizado que es reconocido por otros, pero si se nace en un contexto de carencias y de pobreza, solo el 25% de estos menores podrá aspirar a vivir este tipo de satisfacciones, a diferencia del 90% que lo experimenta provenientes de contextos de privilegio económico. Así, la satisfacción personal se une al saco de la razón, la ética y los valores, consideradas propiedades que nos dan el sentido de humanidad, pero que, aunque se diga lo contrario, sólo viven un porcentaje no mayor de la población en el mundo.
En un contexto de carencias en donde comer, dormir y beber agua son satisfechos de manera limitada, pero que permiten la subsistencia, ¿existen otras formas de satisfacción? Obviamente sí, hay dos formas de sentir satisfacción que, lamentablemente, se vinculan a problemas sociales que perpetúan las limitaciones de algunos sectores: la sexualidad y el consumo de sustancias. De ahí una alta tasa de embarazos no planeados y de adictos que logran así encadenar y mantener a muchos en una constante y a veces permanente situación precaria.
Sigamos buscando entonces ese algo más que pone al ser humano por encima de las demás especies del planeta, hasta que encontremos una que cada persona viva y la represente. Difícil, ¿verdad?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]