La puntualidad: palos de ciego

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

En el estado de Guanajuato se han iniciado trabajos para lograr la puntualidad. En este estado, existen las ensambladoras de vehículos –entiéndase maquiladoras, que no industria–, que tienen procesos de logística imbricados en el factor humano, donde si los trabajadores no son puntuales, producen pérdidas millonarias.
Resultan contrastantes los enfoques culturales que tienen las empresas extranjeras con los enfoques culturales nuestros, no se contempla aquí la riqueza producida por el intercambio cultural, sino algunos elementos que contrastan como la puntualidad, sobre todo si tomamos en cuenta culturas como la japonesa.
La respuesta del estado, entre otras acciones, ha sido una campaña mediática, por supuesto basada en la mercadotecnia –con todos sus campos disciplinares de apoyo–, para esos efectos, las escuelas de todos los niveles educativos han recibido carteles, se han visto espectaculares por las ciudades del estado, mensajes alusivos en el transporte público, spots publicitarios y demás.
La puntualidad es un hábito y un factor cultural educable, por ello si realmente se desea lograr la puntualidad, la respuesta no se encuentra en una campaña mercadológica, que ayuda sí, pero no es determinante, incluso los descuentos y posibles despidos que tienen lugar en el ámbito laboral a partir de la impuntualidad no siempre funcionan.
Entonces, la respuesta no está en la mercadotecnia –la respuesta no son los carteles– ni en las sanciones económicas y laborales. La respuesta está en la recuperación histórica de la puntualidad en México, como elemento cultural muy nuestro a la par de otros elementos culturales que han sido sustituidos por otros que no habían impactado hasta ahora o si lo hacían, se pasaban por alto.
La respuesta entonces está en la educación y sí, las escuelas son los lugares donde se trabajan los procesos de educación formal, sin embargo, la puntualidad se forma como hábito a partir de un entorno completo que va emparejado con otros elementos como la responsabilidad, disciplina y otros; es decir, las escuelas solas no pueden formar el hábito y menos la escuela deteriorada, abandonada, lesionada y donde la autoridad de la escuela, así como su sentido se han perdido.
Cada cuánto tiempo llegan los camiones a los paraderos, qué procesos y criterios de selección aplican las escuelas, qué procesos y criterios de selección aplican las empresas, sobre todo cuando son empleos remunerados al nivel del salario mínimo, cada cuándo pagan las empresas, qué representa ese salario para las y los obreros, los eventos inician a tiempo, existe un horario en casa para desayunar, comer y cenar…
Se podrían realizar una serie casi interminable de planteamientos y al final nos daríamos cuenta que trabajar la puntualidad, incluso en las escuelas es cosa perdida, desde el enfoque actual de quienes han diseñado la educación en México y a nivel internacional, desde hace décadas. Las escuelas pueden, las maestras y maestros claro que pueden, pero necesitan el apoyo de los gobiernos, entiéndase: de las Secretarías de Educación, que son las primeras que sucumben ante la presión de estudiantes y padres de familia, cuando van en contra de las escuelas, magisterio o medidas aplicadas por las instancias y actores educativos.
¿Realmente se quiere tener una población puntual o se seguirán dando palos de ciego?

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com

Comentarios
  • Moisés Ledezma

    Efectivamente la impunidad es uno de tantos males de nuestra sociedad. Vale la pena ma señalar que en algunos eventos, sobre todo familiares o sociales es incluso mal visto llegar puntuales. Inverosímil!!!

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