La propuesta de reforma educativa: la necesidad de una reforma de la reforma
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Desde aquel memorable discurso del presidente Enrique Peña Nieto días después de la ceremonia de toma de posesión, en donde anunciaba una gran reforma y cambios en la educación de nuestro país, para garantizar que el Estado tome en sus manos el curso de los destinos de la educación pública y evitar la venta de plazas entre otras cosas, hasta llegar a lo que vivimos hoy en día, donde el titular de la SEP, Aurelio Nuño, se ha transformado en un guardián o un polizonte de la pedagogía posmoderna con un discurso amenazante y con la creencia de que de esta manera se cumplirán los principios, postulados y aspiraciones de la (su) propuesta de reforma educativa.
Por otro lado, los investigadores, intelectuales, analistas y críticos del sistema, junto con los destacamentos de la disidencias magisterial, insistimos en que la propuesta gubernamental de reforma educativa no es viable para el país, debido a que no es ni reforma, ni tampoco es educativa, porque se reduce a una serie de cambios y ajustes en la regulación laboral y administrativa, junto con el hecho de que el propio Estado pierde la tutela de formar y garantizar la plaza o el nombramiento a los docentes formados en las mismas escuelas Normales creadas por el propio Estado. Esta duda en forma tácita o estructural de las propias instituciones educativas del Estado genera mayores dudas del propio sistema.
La polarización de posiciones no tiene puntos de encuentro, no existe hasta ahora un intersticio que garantice un diálogo informado o mínimas muestras de intermediación, el diálogo de sordos para lo único que ha servido es para polarizar más las posiciones y hacer más grande un problema. Me parece que es el Estado quien se ha negado a escuchar otras voces o voces diferentes a las emanadas del propio espacio monopólico de poder, la postura ridícula y risible protagonizada por Gilberto Guevara Niebla (consejero del INEE), en el marco de la conferencia inaugural dictada por Alberto Arnaut en el pasado Congreso Nacional de Investigación Educativa que cada dos años organiza el COMIE es muestra del nerviosismo y la inseguridad con la que se mueve el nuevo triopolio del poder educativo en nuestro país: SEP/INEE/SNTE.
Necesitamos en el último de los casos una reforma de la reforma, donde el Estado mexicano desmantele su obsesión por la evaluación como única vía para elevar la calidad educativa y en donde las voces discordantes pasen a espacios más propositivos de tal manera que se le ayude a la SEP en el trazo de un nuevo camino de reforma, pero que la SEP, a su vez se deje ayudar en el diseño de este nuevo camino por transitarse.
Una reforma de las reforma, parte del reconocimiento de un volver a iniciar, a partir de hacer una fuerte autocrítica de lo hasta hoy realizado y, es precisamente la autocrítica una de las prácticas culturales menos usadas por los actores y agentes de nuestro sistema educacional.
La reforma de la reforma incluiría tres principios básicos de un largo proceso por iniciarse:
1. Abrir un amplio debate para incluir todas las voces de todos y todas las y los interesados interesadas en los destinos de la educación pública en nuestro país. Como en una ocasión escuché decir a Eduardo Remedi del DIE, se necesita “hacer circular la palabra”, y escucharnos y encontrarle el sentido a la misma.
2. Desmantelar la obsesión por el tiempo político que condiciona el tiempo educativo, pensar en una reforma de mediano y largo plazo, con metas y objetivos muy claros pero con estrategias flexibles para su logro, incluyendo a otros actores o a todos los agentes educativos que han permanecido en los márgenes del sistema.
3. Desmantelar el abuso centralista, en la conducción, patrocinio y capitalización del rumbo de la reforma. La SEP está obligada a entender que una verdadera reforma educativa para nuestro país, se implementa sobre la base del reconocimiento de las diversidades, las asimetrías y las demandas de los muchos méxicos concretizados en el gran México que todos conocemos. La diversidad de demandas implica respuestas diversas en las opciones educativas.
Aquel viejo principio de que es de sabios rectificar debería ser una consigna que llegue a todas las oficinas de la SEP, principalmente al despacho del secretario y hacerle entender que si no corrige ahora, el fracaso lo tiene asegurado, en educación y también en la historia que estamos escribiendo entre todos.
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. [email protected]