La profesión docente, identidad y realidad actual

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Lo hecho por la SEP el sexenio pasado ha sido, por mucho, la mayor ofensa y ataque que ha sufrido el magisterio a lo largo de la historia como profesión y forma de vida, los pocos visos que aun quedan de la imagen del maestro-apóstol no han tenido peso alguno para que el Estado los proteja, consienta, premie, valore y promueva por lo que implica socialmente su función para las familias mexicanas.
Sabemos de sobra que la escuela pública poco a poco ha ido perdiendo el interés presupuestal de los distintos gobiernos (sobre todo en los últimos 40 años), testimonios de ello hay bastantes y que, por desgracia, provienen de decisiones políticas impuestas a nuestro país desde el extranjero, estas políticas recomiendan que se adelgacen o desaparezcan las obligaciones del gobierno con los servicios públicos, entre otros el de la educación, para ello se han basado en los resultados de las evaluaciones de la Prueba Pisa realizadas a los estudiantes que asisten a la escuela pública.
Entra un gobierno, sale el otro y los maestros no encuentran respuestas tajantes del Estado para hacer su trabajo sin dificultades y con los apoyos suficientes, un ejemplo de ello, y en el caso de Jalisco, hace 15 meses que las actuales autoridades tomaron el control de la educación y no han sido capaces de pagar los adeudos de por lo menos 1000 maestros (aunque el secretario de educación asegura que solo son 500).
El imaginario colectivo ha construido una figura del maestro sin identidad, personaje a quien le han ido arrebatando autoridad y carácter, a quien solo asumen como quien cuida a los hijos mientras salen de trabajar o terminan las labores de casa, no así como un cómplice que les ayuden a desarrollar en los niños y jóvenes habilidades, competencias, imaginación, valores y demás aspectos que los puedan integrar plenamente a la sociedad.
Por su parte, las últimas generaciones de docentes (principalmente quienes ingresaron al servicio en la reforma educativa de Peña Nieto) han tomando la profesión como un trabajo cualquiera, lo cual se ve reflejado en el poco interés de estos profesores por arraigarse en las comunidades alejadas de las grandes ciudades, pareciera ser que las escuelas que no son de organización completa y las denominadas multigrado (que a decir de la autoridad representan alrededor de 100 mil en el país), están predestinadas a tener personal de paso y sin la suficiente experiencia en el servicio. Estudios serios del fenómeno de las comunidades marginales señalan que en las zonas más vulnerables (y para compensar esa debilidad) deben de trabajar los mejores profesores, porque ello les permite a esos estudiantes la posibilidad de tener una mejor esperanza de vida escolar, sin embargo, el tratamiento de esa realidad es justamente a la inversa ya que, no hay incentivos profesionales o laborales para que esos maestros llegan a esos espacios por primera vez.
Lamentablemente el magisterio como profesión entró en declive conforme las comunidades fueron creciendo, salarialmente no es bien pagada, en la actualidad hay otras profesiones que perciben mucho más salario porque además pueden generar autoempleo como quienes estudian medicina, ingenierías, psicología, etcétera, qué decir de los oficios cuyo salario es ampliamente mayor.
La realidad de la sociedad actual desnuda a diario a los gobiernos federal, estatal y municipal por todo lo que dejaron de hacer en cuanto a seguridad, oportunidades de empleo y respeto a las instituciones entre otras cosas, lo cual obliga a pensar seriamente el papel que tiene la educación y la labor de los maestros en las escuelas. Es prioritario reconstruir la profesión docente y darle un sentido real educación pública, por más dinero que se invierta siempre será poco si siguen apareciendo los fenómenos sociales que nos avergüenzan a todos como el maltrato con las mujeres, los niños y los jóvenes, la corrupción, la delincuencia organizada, la migración del talento y la mano de obra, etcétera.
Se ha consumido más de una sexta del sexenio y (al menos en Jalisco) no estamos mejor que el periodo pasado de gobierno en materia educativa, tanto Recrea como la Nueva Escuela Mexicana han soltado más discursos que realidades en las escuelas, a la fecha no hay nada que los haga diferentes, al contrario, está lleno de dudas, indecisiones, contradicciones y no hay quien dé la cara para dar indicaciones y explicaciones claras sobre qué camino seguir, al contrario, cada día hay más dudas y, al parecer, hay poco por hacer, en tanto, los maestros y las escuelas seguirán en su laberinto sin salidas mientras no se pongan de acuerdo las autoridades de hacia dónde habrá que caminar por el bien de la niñez y juventud que asisten a las escuelas de Jalisco y México.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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